miércoles, 4 de marzo de 2009


En mi viajes a La Plata, por un asunto personal, llevaba un libro que tenía olvidado en la biblioteca, sin leer. Lo había comprado, en una mesa de saldos, hacía bastante tiempo. Por una causa u otra, se dejan relegados algunos libros. Ahora le tocó el turno de lectura a: "Qué es lo cómico" de Juan Carlos Foix, editado por la Editorial Columba; en su buena colección "Esquemas", figuraban entre algunos de sus autores: Francisco Romero, J. L. Borges, Kurt Pahlen, Florencio Escardó y Bernardo A. Houssay.
En el libro de referencia, breve pero interesante, tomé nota de esta frase: "En esa inocencia se denuncia al auténtico cómico, y también el que no es. Se presenta a veces cierta comicidad impura. En ello debe buscarse la causa. Muchas cosas pueden fingirse. Lo cómico no".
Hoy en día, cualquier vulgaridad o grosería pretende ser jocosa. Ciertos programas de televisión y algunos libros que se editan, dan muestra de ello. En este libro, aparte de "Don Quijote", se menciona a Kafka, a quien siempre se lo tiene encasillado en la angustia y la desesperanza. Me vino a la memoria, aquella situación en la que José K. quiso ver el libro de leyes por el cual se lo juzgaba y sólo vio en él dibujos obscenos. O cuando en la novela "América", en el capítulo "El teatro al aire libre de Oklahoma" Karl, el personaje, se va a anotar y se sorprende de que toman a cuanta gente se presenta y cuando le preguntan el nombre, dice que se llama Negro, le hacen la pregunta de nuevo y responde lo mismo, ante el desconcierto del jefe contratante. Y "Negro", según el traductor, figura en el original escrito en español, se sabe que Kafka escribía en alemán.
La buena comicidad, a veces, tiene vías no tan directas y efectistas. No sólo Cervantes y Kafka lo pueden atestiguar. Ese camino también lo transitaron: Ambrose Bierce, César Bruto, Macedonio Fernández, Alfred Jarry, Quevedo, James Thurber y otros, para nuestro deleite.
15-04-2003   *   J. C. Conde Sauné

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