martes, 28 de enero de 2014

"Rope" (EEUU-1948) es un filme de Alfred Hitchcock que no recuerdo haber visto. Bueno, ahora fue el momento. Se dice que fue la primera película, en la que utilizó el color y está basada en una obra teatral de Patrick Hamilton, que Hitchcock la adaptó al cine con guión de Ben Hetch y Arthur Laurents. El escenario único, un gran salón y una antecocina, le servirá al director para demostrar su talento. Manteniendo la tensión, aún con secuencias de largos diálogos y escasos cambios de planos, en los 80 minutos que dura la realización. La trama: dos estudiantes, Brandon (John Dall) y Phillip (Farley Granger) matan a un compañero de la Facultad, en la que estudiaban, para demostrarse superiores y estimulados por las teorías "nietzscheanas" de su profesor Rupert Cadell (James Stewart). Luego de asesinarlo, esconden el cadáver en un baúl que posteriormente, con un mantel arriba, servirá de mesa para un ágape. El asunto es macabro, porque al mismo estaban invitados, aparte del muchacho estrangulado con una soga ("rope", que luego tomará importancia en el asunto) que llegó antes, su padre, una tía, su novia Janet (Joan Chandler), un amigo, una asistenta de la Facultad y el profesor Cadell. Esperan un rato, inútilmente, al chico muerto; los asesinos conjeturan que quizás algo en la Facultad lo retuvo y empiezan a comer. Pronto inician un diálogo, en el que solapadamente Brandon y Phillip desafían al profesor con indirectas. Y éste, no voy a decir cómo, pondrá las cosas en su lugar.
"Festín diabólico", es el título que le dieron a este filme aquí en Argentina y no es del todo errado, causa aprensión ver como los comensales apoyan los vasos y fuentes sobre el baúl en donde está el muerto. Alfred Hitchcock era un maestro en este tipo de cine y cuidaba hasta el último detalle para que todo encajara en el argumento. Tal vez se le pueda achacar a esta película, que algunos consideran una obra maestra, el limitado ritmo cinematográfico; pero con una obra de teatro la acción no da para más. Digamos que es muy buena y con un elenco actoral impecable.
J. C. Conde Sauné

sábado, 25 de enero de 2014

En su libro "El jazz: historia y presencia", Roque de Pedro menciona un concepto dicho por el crítico musical André Francis, referente a la batería en el "bop": "Kenny Clarke, Max Roach y Art Blakey son el padre, el hijo y el espíritu santo del ritmo moderno". Me voy a referir al "hijo" Max Roach y un LP (disco vinilo) que tengo de él, difundido por "Columbia Records": "MAX ROACH - M'Boom". Grabado en New York en julio 1979. Es una grabación asombrosa en donde los integrantes utilizan más de 100 instrumentos sólo de percusión, de afinación determinada e indeterminada. Los arreglos son del grupo, salvo "Epistrophy" hecho por Joe Chambers. El conjunto está integrado por: Roy Brooks, Joe Chambers, Omar Clay, Ray Mantilla, Warren Smith, Freddie Waits, Kenyatte Abdur-Rahman, Fred King y Max Roach, su líder. Éstos son algunos de los instrumentos que ellos ejecutan alternándose: bass drums, multiple percussion, timbales, marimba, xilophone, chimes, bongos, vibraphone, tympani, cymbal, bells, snare, cowbell, african gourds, steel drum, gong, triangle y wood black.
Los temas: "Onomatopoeia" (O. Clay), "Twinkle Toes" (W. Smith), "Caravanserai" (J. Chambers), "January V" (M. Roach), "The Glorious Monster" (M. Roach), "Rumble In The Jungle" (O. Clay), "Morning/Midday" ((O. Clay-W. Smith), "Epistrophy" (T. Monk-K. Clarke) y "Kujichagalia" (R. Brooks).
Reitero lo notable de este disco; cuando lo escucho, cada tanto, me llena de júbilo. Con "Rumble In The Jungle", por ejemplo, me encuentro en plena selva africana. La vez que lo llevé para pasarlo en la radio, llovieron los mensaje gratificándonos. Siempre nos preguntábamos con Pablo y Fernando, que me acompañaban en ese entonces, si alguien escuchaba nuestro programa. Hasta hubo un oyente malhumorado, que me reprochó por haber repetido lo mencionado por Roque de Pedro, agregando que había que sacar de esa trilogía divina a alguno de los tres y poner a Elvin Jones. Le contesté, amablemente, que cada uno hace su jazz-santuario como le parece.
J. C. Conde Sauné 

martes, 21 de enero de 2014

Al leer de nuevo "La línea de sombra" de Joseph Conrad (edición de "Bruguera" 1980), me llamó la atención la limitada importancia que le da el novelista al personaje principal. Salvo los primeros párrafos del libro, él está siempre sometido a las decisiones de terceros. Conrad busca ese objetivo, mostrar la ambivalencia y la escasa iniciativa del protagonista. Renuncia a su trabajo, como ayudante en un barco, sin saber porqué. Luego a instancia de un capitán llamado Giles, que conoce en el albergue de los marinos, asume la capitanía de un buque de carga; cuando ya tenía el equipaje listo para volver a su casa. Previamente regaña un poco y luego acepta; tentado por estar al mando de una embarcación. Y aquí comienza su odisea, cuando el buque zarpa. Al principio la falta de marea, hace que aquél no avance, porque era con velamen. Más tarde Mr. Burns, su segundo, le refiere todos los hechos acaecidos con el antiguo capitán, que enferma y muere en la travesía, siendo luego arrojado al mar. Siguen los días con calma chicha que impiden el avance de la nave. Se exasperan los ánimos y enferma Mr. Burns, más otros tripulantes. Quedan para sostener la embarcación el nuevo capitán, Ransome un ayudante de cocina y dos o tres marineros más. Mientras Burns, en su delirio febril, sostiene que el barco está embrujado por una maldición del antiguo capitán. Éste, según aquél, había trabado relaciones con una presunta pitonisa o bruja de aspecto horrible. Los enfermos se agravan y los mantienen con quinina. Ransome ayuda al capitán en esa tarea. En un momento de esta labor, es cuando el nuevo capitán descubre la corrompida personalidad de su fallecido antecesor. Cuando se lo comenta a Burns, levemente restablecido, éste le dice que el muerto aparte de mal capitán era un perfecto delincuente. Conrad ya prenunciaba que la corrupción mata.
Conté algo del tema de este libro, un poco para entusiasmar a los que no lo hayan leído, que podría ser tomado como una novela de aventuras; porque su principio y su final parecieran sugerirlo. Pero es mucho más que eso, muestran las factibles falencias del ser humano. El viejo capitán corrupto y el nuevo que siente remordimiento, por no haber tomado los recaudos pertinentes para el control del barco. Una pequeña novela de Joseph Conrad, muy bien traducida por Ricardo Baeza, que vale más que sus 168 páginas; por lo que deja traslucirse.
J. C. Conde Sauné

viernes, 17 de enero de 2014

°My sassy girl" es un filme de Corea del Sur (2001), dirigido por Kwak Jae-yong. En los roles principales Jun Ji-Hyun (personifica a Gianna Jun) y Cha Tae Hyun (en el papel de Gyun-Woo). El muchacho Gyun-Woo, cuando comienza la película, cuenta que la madre deseaba una niña cuando él nació y lo vestía como tal; hasta que se dio cuenta que su pene seguía creciendo y lo aceptó como chico al fin. Él conoce a una muchacha borracha en un metro y se involucra con ella. Gianna-Jun, la chica en cuestión, lo mortifica asiduamente y él admite ese sometimiento, porque está enamorado de ella o por ser un discípulo de Sacher-Masoch. Este filme, al comienzo, prometía mucho pero resultó extremadamente vasto (143'), para lo que daba la trama; además de reiteraciones constantes y escenas gratuitas, como la del parque de diversiones. Entonces se diluye su interés y consistencia. Hacia el final repunta un poco, pero no veíamos la hora que terminara. El tema y las actuaciones prometían mucho más. Una lástima, siempre nos gusta ver el cine de otras latitudes.
J. C. Conde Sauné

martes, 14 de enero de 2014

Julián Centeya fue un personaje singular del tango de Buenos Aires. Italiano de origen, vino con sus padres a la Argentina cuando tenía dos años. Su verdadero nombre era Amieto Enrique Vergiati (1910-1974), pero él afirmaba que era de Boedo y su seudónimo lo tomó de la primera letra que escribió, la milonga "Julián Centeya" con música de José Canet. Escribió artículos para algunos diarios e hizo radio. Entre los tangos que creó, recuerdo dos que siempre me gustan entonar: "La vi llegar", con música de Enrique Mario Francini y "Claudinette", con música de Enrique Delfino. Él renegaba un poco del primero que comienza así: "La vi llegar.../ ¡Caricia de su mano breve!/ La vi llegar.../ ¡Alondra que azotó la nieve¡/ Tu amor -pude decirle- se funde en el misterio/ de un tango acariciante que gime por los dos". Centeya decía: "no sé adonde vi alondras y nieve". Pero es una hermosa metáfora, aparte nevó dos o tres veces en Buenos Aires y yo a mi mujer le digo alondra, porque siempre se levanta más temprano que yo. Una de las primeras grabaciones de este tango, fue la de Miguel Caló cantando Raúl Iriarte. Ahora me gusta transcribir el verso final de "Claudinette": "Mi Claudinette pequeña y tan querida,/ de blusa azul y la canción feliz,/ definitivamente ya perdida/ me la negó la calle, la calle de París". De este tango recuerdo dos registros, los de Mercedes Simone y Roberto Goyeneche.
Después también era para destacar su poesía lunfarda; un fragmento de "La musa mistonga": "Yo canto en lunfa mi tristeza de hombre/ y ando en la vida con mi musa rante./ Ella es así, maleva, yo atorrante/ camina a mi costao y tiene nombre./ Nació conmigo allá, en Boedo y Chiclana,/ y se hizo mansa en juego de palmera./ (...) Fratela con mi suerte la cinchamos./ ¡Pasaos de media raya la llevamos!/ Sos mi nami mejor. Musa Mistonga". Y el comienzo de "Este cuore": "Cuando me dieron este cuore, creo/ que Dios debía andarla de apoliyo,/ porque me tocó un cuore poligriyo/ y es por su culpa que me verdugueo.// No me sirve siquiera como un pucho,/ donde hay un llanto juega de pañuelo,/ se regala de gil para el consuelo./ ¡Una cheno me enloco y lo serrucho¡ (...) ".
Julián Centeya, fue una de las tantas figuras convertidas en leyendas por el tango. Lo vi una vez que el Grupo Universitario de Berazategui, lo había traído para una charla en el salón que ellos tenían cerca de la estación; yo solía ir a las reuniones culturales que allí se hacían. Recuerdo que le prepararon una mesa y una silla. Uno de los muchachos le trajo una jarra con agua y un vaso, como se estila en esos casos. Yo estaba ahí cerca, cuando el chico se alejó, Centeya miró la jarra, la acomodó un poco y musitó: "este pibe quiere que yo me suicide". Yo sonreí, él me miró y se encogió de hombros. Ése era el personaje, insoslayable del tango, al que llamaban "El hombre gris de Buenos Aires".
J. C. Conde Sauné    
 

martes, 7 de enero de 2014

Tercera lectura de "L'étranger" de Albert Camus (colección Folio de "Gallimard"). Anteriormente la había leído, la primera vez en castellano y las dos últimas veces en francés. Con menos de doscientas páginas, Camus arma una narración tan emotiva como, a la vez, insensible; además de acabada. Meursault, su protagonista, comete un crimen tan irracional que no lo pueden comprender ni su defensor y el fiscal. Aparte, al comienzo de la novela, experimenta una desaprensiva conducta ante la muerte de su madre y sólo le preocupa el calor que debe soportar para trasladarse al asilo donde murió ella  y lo cansado que está. Todas estas actitudes, como al día siguiente del entierro, ir a la playa, encontrarse con una ex-compañera de trabajo y luego tener sexo con ella, lo llevan al fiscal, que juntó todos estos datos, a considerarlo en el juicio como un monstruo. También por ser amigo de un proxeneta, enfrentado con el árabe que él asesinó sin tener arte ni parte. Meursault distante piensa, si se lo está juzgando por haber matado a una persona o por no haber llorado en el entierro de su madre y acto seguido tener relaciones con una mujer y ser amigo de un rufián. A esta novela se la suele emparentar con la obra de Kafka, por la conducta absurda de su protagonista, Meursault como José K., aunque éste sin cometer delito alguno, asumen su destino como algo natural. Viven en un mundo para ellos incomprensible, donde ni siquiera saben que rol desempeñan en él; como no sabiendo si, tal vez, valdría la pena haber nacido.
Leí esta novela nuevamente, porque trato de no olvidarme del idioma francés que me gusta mucho, como asimismo el estilo de Camus; y un poco, por aquéllo, para ver si fue una lectura de juventud. Uno ya no es joven, pero el absurdo no ha envejecido. Hoy en día, hay conductas humanas que nunca llegaremos a comprenderlas. 
J. C. Conde Sauné 

viernes, 3 de enero de 2014

Poema N° 28 ( Cuaderno IV ) * Los recuerdos


a través de la semipenumbra
                                            el cielo se achica
hay un concierto de acero
                                        en los durmientes
el rápido de las dos
                              de la mañana
                                                  se acerca
sentado en el molinete
                                   miro el río
su rumor no alcanza
                               mi caparazón
está lejos su brillante
                                 agua sucia
sólo cuenta en mis sentidos
                                           el cimbrar de los rieles
abriendo sus brazos en
                                   un dejo de suicidio.

J. C. Conde Sauné