lunes, 26 de septiembre de 2011

Poema Nº 52 ( Cuaderno I ) * Variaciones


PLENILUNIO FRUSTRADO

Fuerte, casi estallido cóncavo;
convergen surrealismos lunares
a este cielo trágico de hoy.
Que aniquila sueños,
en la ciudad que flota
sobre el río sin agua.

Oruga tenebrosa de olas.

J. C. Conde Sauné

viernes, 23 de septiembre de 2011

"El signo de los cuatro", es una novela policial de Arthur Conan Doyle que no había leído y que llega siempre, como muchas veces dije, por casualidad a mis manos y casi siempre revolviendo libros viejos. En una librería de la Avda. Corrientes conseguí ese libro y "La gran aldea" de Lucio V. López que, desde luego conocía, pero tampoco fuera leída. /// "El signo de los cuatro" me pareció una obra maestra del relato policial y que prenuncia, de alguna manera, el género de la novela negra que luego seguirían D. Hammet, R. Chandler y otros. El crimen, ya en esa novela, no obedece a fines simplemente patológicos, sino que está amañado con la codicia y la posesión de bienes a manos de agentes del gobierno británico. La novela, como es tradición en la narrativa policial inglesa, está concebida en un perfecto ajedrez donde no sobra nada y el final, algunas veces fallido en muchas policiales, se da de una manera eficaz y contundente. /// "La gran aldea" de Lucio V. López (hijo de Vicente Fidel López y nieto de Vicente López y Planes, autor de la letra del Himno) es otro hallazgo, para mí, de lectura. Allí describe la vida de la sociedad porteña, en la época que transcurre después de la caída de Rosas y lo hace con un estilo asombroso para ese entonces; donde salvando las distancias, hay un análisis de la sociedad no muy ajeno a Proust. En Proust era la nobleza en retirada, dejando una brecha para que ingrese la burguesía. Aquí los aspirantes a burgueses, que casan a sus hijas con hombres de dinero; además lo describe de una manera minuciosa y un tanto distante. En el prólogo, se habla de una declinación de la novela a partir de la mitad; no advertí fisuras narrativas y me agradó en su totalidad. Creo que leer "La gran aldea", es más importante y beneficioso que ciertos libros de historia oportunista, hoy en día; aquí el autor mantiene la distancia y acierta en gran medida. /// Resumiendo: dos libros que uno recordará.

31-05-2005   *   J. C. Conde Sauné


lunes, 19 de septiembre de 2011

En alguna Feria del libro, hace años, compré "Lady sings the blues", memorias de Billie Holiday; me había resistido antes a leerlas, dado que se comentaba de ser un libro escrito, en colaboración con el pianista William Dufty, sólo con objetivos comerciales. Me llevé una sorpresa, que me alegró haberlo adquirido. Es realmente conmovedor lo que allí cuenta y quizás decepcione, un poco, como me ocurrió a mí, que hable no mucho de música y camaradas de ruta en la maravillosa creación jazzística; aunque hay un relato muy bueno de como ensayaba con Count Basie: "Pero en el caso de Bassie teníamos algo que ningún arreglo costoso podía cambiar. Llegaban los muchachos, alguien tarareaba una melodía. Otro la tocaba en el piano una o dos veces. Después alguien pulsaba una nota, un acorde. Luego Daddy Basie tecleaba un poco. Y a partir de ese momento empezaban a ocurrir cosas". /// Siempre que escucho a la orquesta de Basie, mi preferida, me acuerdo de esas palabras de Billie y encuentro en esa banda algo indescriptible de sincronización y ajuste en los instrumentos; muy parecido ,en el tango, a Osvaldo Pugliese./// Otro relato emocionante, dentro del libro, es cuando adolescente, consigue un puesto de mandadera en un burdel, en el cual exige como paga que la dejen escuchar, en el tocadiscos que allí había, a Louis Armstrong y Bessie Smith. /// Las memorias de Billie desnudan, además, a la discriminatoria sociedad americana en su relación con los negros y plantea sagazmente como se resuelven en algunos países europeos, en los cuales estuvo de gira, el consumo de drogas; no reprimiendo sino tratándola como una enfermedad./// Al terminar el libro, comprendí porqué me gusta tanto Billie Holiday, es diferente. Ella misma lo atestigua: "Todos tienen que ser diferentes. No puedes copiar a alguien con la esperanza de funcionar mejor. Si copias, trabajarás sin verdaderos sentimientos, Y sin sentimientos, todo lo que hagas equivaldrá a nada".

J. C. Conde Sauné

viernes, 16 de septiembre de 2011

"Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera" de Kim Ki-Duk y otra feliz incursión en el buen cine, ese cine hoy un tanto dejado de lado por el facilismo del fast-foot fílmico, que mal entretiene y no deja lugar para el pensamiento, como si pensar fuera algo que se contradice con la naturaleza humana. La película coreana, analiza el sentido de la vida a través de las estaciones y ello se ve en el tiempo, con más imágenes que argumentos o diálogos; muestra también, que la vida aquí y allá por el lado de Asia, tiene los mismos dramas y matices. Salvo que aquí, la vida pasa como de soslayo, reflexionando lo menos posible. De ahí que este cine, como en otros tiempos el de Tarkovski, Bergman o Kurosawa, entre otros, no interesen masivamente al espectador. Hay que tratar que se piense menos, ese es el objetivo de la gran industria asociada al poder./// La película de Kim Ki-Duk, plantea a través de las estaciones, en una ermita flotante,todo un cúmulo de sentimientos y pasiones encontradas: culpa-castigo, pasión-asesinato, suicidio y un nuevo comienzo hacia algo, todo en un lago rodeado de montañas. La naturaleza jugando, a veces, a favor y otras en contra. Como se ve, esa ermita no es muy distinta a nuestra sociedad urbana, salvo que allá hay más tiempo para meditar y para el arrepentimiento. Actuación notable, tensión dramática bien encausada y excelente fotografía, hacen que este filme sea algo singular y poco común en la cinematografía actual.

J. C. Conde Sauné

martes, 13 de septiembre de 2011

Poema Nº 51 ( Cuaderno I ) * Variaciones

SUICIDIO ACCIDENTAL

Responso para el mediodía oscuro,
deslizado por canaletas
en radioso sol negro.

En el carbón de claridad,
hoy grita que está muerto.

Su sangre se agotó queriendo,
o de puro aburrirse circulando.

J. C. Conde Sauné

viernes, 9 de septiembre de 2011

Otra novela policial leída: "El señor Digweed y el señor Lumb" de Eden Phillpotts (1862-1960). También de la colección de "El Séptimo Círculo" (¿cuántas habré leído de esta colección?) Esta novela fue traducida por Leonor Acevedo, la madre de Borges, bueno esta señora traducía de maravillas. Se comenta, que Borges confesó una vez que "Un cuarto propio"de Virginia Woolf, publicado por la Editorial Sur en 1936, la traducción fue hecha por la madre y no por él como figuraba en el libro. Teníamos que creerle a Borges, que más de una vez le pedía consejos sobre sus escritos./// Phillpotts, fiel a la escuela inglesa, logra un relato inquietante, con una buena descripción sicológica de los personajes; sobre todo cuando interviene Chilver el músico, futuro suegro de uno de los detectives, que no aciertan a descubrir una desaparición y un asesinato. Aquél con su hija Nelly, con el disgusto, primero de los detectives y luego la complacencia, porque otra no les quedaba, descubren al asesino. La novela tiene una parte muy original, hacia el final de la misma; previo paso al patíbulo, el implicado, deja unos escritos donde señala los errores que observó para a ser descubierto, un poco cebado por la impunidad de los delitos anteriores cometidos./// Además es destacable el comentario de uno de los detectives: "El crimen está sujeto a las leyes de la evolución, como todo lo demás, y desde que las clases cultas se han dedicado al delito y los defensores de la ley seguimos perteneciendo a los semicultos -exceptuados los presentes-, es natural que el número de crímenes afortunados y originales aumente enormemente". ¿Deja pensando, verdad?

J. C. Conde Sauné

lunes, 5 de septiembre de 2011

En 1895 Louis Lumière, que previamente con su hermano Auguste habían inventado esta técnica, presentó en París ante 120 personas, sus primeras proyecciones animadas./// En 1897 Georges Méliès, construía en Montreuil el primer estudio del mundo donde se crearon los "trucages". /// De ahí en más, en Francia, los primeros realizadores: Germain Dulac, Abel Gance, Marcel L'Herbier, Louis Deluc, Jean Epstein, Jacques Feyder y René Clair. /// Y así comenzó esta hermosa magia que nos apasiona y se llama cine. /// Desde chico siempre iba, en San Isidro, a los cines Stella Maris, Centenario y Acassuso, donde uno podía ver tres películas en una tarde. Eran famosas en el Centenario, los 24 de junio, las proyecciones de las películas con Carlos Gardel o en el Stella Maris los estrenos del cine norteamericano. Nos embelesábamos con Deborah Kerr, Rhonda Fleming, Maureen O'Hara o Eleanor Parker y nuestras amigas con Gregory Peck, Rober Taylor o Cary Grant. /// Mi segundo trabajo, fue en las oficinas del cine Ópera, adonde estaba la administración de los cines de Clemente Lococo y ahí vi cualquier cantidad de películas, fue uno de mis empleos más agradables; salía de trabajar y me zambullía en algún cine que tenía la empresa. /// Por eso quiero dedicarle una sección a este arte, el séptimo y coincide con la séptima etiqueta. Aquí comentaré las ya vistas, anotadas en mi Breviario y otras que voy viendo. El nombre de la sección, lo hago en francés; en homenaje a sus creadores los hermanos Lumière.

J. C. Conde Sauné

viernes, 2 de septiembre de 2011

CIUDAD TRISTE

Como bloque macizo
nacía la ciudad,
hundiendo su cabeza
en la nostalgia,
encendida al dos
por cuatro aligerado.

Y avanzó
hasta
desparramarse
en la
locura
capitalina.

J. C. Conde Sauné