viernes, 16 de septiembre de 2011

"Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera" de Kim Ki-Duk y otra feliz incursión en el buen cine, ese cine hoy un tanto dejado de lado por el facilismo del fast-foot fílmico, que mal entretiene y no deja lugar para el pensamiento, como si pensar fuera algo que se contradice con la naturaleza humana. La película coreana, analiza el sentido de la vida a través de las estaciones y ello se ve en el tiempo, con más imágenes que argumentos o diálogos; muestra también, que la vida aquí y allá por el lado de Asia, tiene los mismos dramas y matices. Salvo que aquí, la vida pasa como de soslayo, reflexionando lo menos posible. De ahí que este cine, como en otros tiempos el de Tarkovski, Bergman o Kurosawa, entre otros, no interesen masivamente al espectador. Hay que tratar que se piense menos, ese es el objetivo de la gran industria asociada al poder./// La película de Kim Ki-Duk, plantea a través de las estaciones, en una ermita flotante,todo un cúmulo de sentimientos y pasiones encontradas: culpa-castigo, pasión-asesinato, suicidio y un nuevo comienzo hacia algo, todo en un lago rodeado de montañas. La naturaleza jugando, a veces, a favor y otras en contra. Como se ve, esa ermita no es muy distinta a nuestra sociedad urbana, salvo que allá hay más tiempo para meditar y para el arrepentimiento. Actuación notable, tensión dramática bien encausada y excelente fotografía, hacen que este filme sea algo singular y poco común en la cinematografía actual.

J. C. Conde Sauné

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