miércoles, 25 de junio de 2008

Leer unos libros antes que otros, sobre todo si aquéllos fueron "El sonido y la furia" y "Absalón, Absalón" y uno de los últimos "Santuario", todos de Wiliam Faulkner; se puede caer en la sensación, de que éste no es tan bueno, sólo porque los primeros leídos fueron mejores. Esto fue lo que sentí al leer "Santuario", pero es una novela muy buena, que podría entrar en el género policial, pero lo excede. Faulkner va más allá de la trama y es ahí donde se nota a un autor fuera de lo común. Popeye, su personaje casi principal, nace, se cría y se hace adulto en la marginación y su final es previsible, pero Faulkner no apunta solamente a eso. El desarrollo de la novela, va mostrando el contexto de una sociedad hipócrita y cínica, en ese ser americano, donde para subsistir cualquier método es bueno.
El prostíbulo adonde fue llevada, por Popeye, Temple la hija de un juez, previo secuestro, funciona también como hospedaje en algunos casos; como aquí algunos albergues transitorios. La desigual sociedad norteamericana, no muy distinta a la nuestra, tiene este "Sanctuary", donde, más que a rezar, se hinca en la abyección.
J. C. Conde Sauné

EN EL BONDI ( 7 ) Memorias de un pasajero


Otras veces las historias no son recientes y se remontan a muchos años atrás. Aunque ustedes no lo crean, fui adolescente y, desde luego, viajaba en colectivo; pero, casi siempre, venía del Comercial de San Isidro, en donde estudiaba, caminando hasta mi casa frente a la estación "Las Barrancas".
Era un buen tramo, casi como 25 cuadras, pero a mí me gustaba. Un día, como estaba lloviendo y me encontré con mi amigo José (Tito o Dumbo) que estudiaba en el Industrial, decidimos tomar el 168. Fue cuando el bondi dio la vuelta, frente al CASI, que lo vimos al viejo. Nos miramos espantados y poniéndonos de espaldas, fuimos enfilando hacia la puerta de adelante del vehículo, para evitar al que, aunque medio corto de vista, parecía habernos reconocido. Atemorizados, seguíamos avanzando hasta la puerta de salida y le pedimos al chofer que parara. Éste protestó porque no era parada, ahí por Acassuso, como todo el mundo tenía coche, el colectivo paraba, por lo menos, cada cinco o seis cuadras, pero se detuvo no sin antes musitar: "esta pendejada hincha pelotas". Con José nos bajamos justo, cuando el viejo llegaba casi a la puerta; pero al no darle tiempo, nos miró desde arriba con enojo y agitando la mano. Apenas bajamos, nos tiramos en la vereda matándonos de risa, a más no poder, casi como diez minutos. Cuando emprendimos rumbo, a nuestras respectivas casas, éramos vecinos, la lluvia había parado y terminé reprochándole a José: "todo por tu culpa, grandísimo pajero". Y éste que me decía"y yo que sabía que iba a llover". Sí, el libro de cuentos de Maupassant "Mis Harriet", que yo había sacado de la Biblioteca de San Isidro, se había arruinado bajo la lluvia. Después de haberlo leído se lo presté y José lo había dejado en el patio, encima de una mesa, adonde estuvo leyendo la tarde anterior a la lluvia. Por supuesto, el viejo furioso que nos perseguía sin darnos caza, era el bibliotecario, que en varias ocasiones me había reclamado el libro y yo lo iba dilatando.
J. C. Conde Sauné

miércoles, 11 de junio de 2008


"Un toque de canela", film difundido aquí con el título "La sal de la vida", fue escrito y dirigido por Tassos Boulmetis.
Presenta la siguiente trama: los padres de Fanis (su protagonista), deben abandonar Estambul a raíz de un conflicto entre Turquía y Chipre. Grecia apoya a los chipriotas y el padre de ese origen es deportado; la madre turca, con el chico, lo acompañan al destierro. Pero queda la nostalgia y el abuelo en Turquía, con sus especias y su arte en la cocina que Fanis asume, a pesar de seguir, más adelante, sus estudios y doctorarse en Física. Con este argumento, Boulmetis arma una película tan emotiva como excelente: guión, actuaciones y montaje narrativo, hicieron que nos sorprendieran con esta joya que alquilamos, un tanto, para ver como una película pasatista que se ocupaba de la cocina. La sorpresa fue doble, cuando adosado en sus partes: entradas, plato principal y los postres, nos encontramos con este film valioso.
La parte final "Los postres", valga la ironía, deja un sabor amargo, que siempre conlleva el desarraigo, contra la voluntad de aquéllo que uno quiere.
J. C. Conde Sauné

lunes, 2 de junio de 2008


Que un año no es nada, que febril la mirada... No, no tiene sentido refritar un verso del gran Alfredo Le Pera, uno de los grandes autores que nos dio el tango. Pero con tango o sin él, pasó un año desde el 1-06-2007 en el cual inicié mi blog. Para mí fue una gran experiencia, creo que logré ser leído, más que si hubiera publicado un libro. Ya que éste, si no sos conocido, duerme en las librerías , luego en los galpones de algún depósito y con suerte llega a una mesa de saldos. Algunos amigos, lo aceptan por compromiso, luego lo olvidan y ni te lo comentan.
Al blog, ahora lo comprendo, se llega con ganas de leer y conocer lo que otros crean y permanece oculto. Una cultura no dirigida, ni digerida. (Vaya la rima, diría Borges). Aquí no hay marketing editorial, uno escribe lo que quiere y lo que puede, recordando ahora a Chejov.Se me ocurre pensar, que en el blog sucede lo mismo que en la poesía. Lo buscan con avidez, los que entran en la misma senda o circunstancias. Aunque hay escritores conocidos que lo tienen y otros como Elfriede Jelinek que ahora sólo publica en Internet.
Agradezco los mail y los comentarios, no muchos pero, para mí, valederos; me alientan a seguir en la brecha y en ésto tan sublime: la creación literaria.
J. C. Conde Sauné