miércoles, 22 de agosto de 2007

DIALOGOS ENTRE CRONOPIOS

1
Crono 1 - ¡Llueve!
Crono 2- Sí llueve, pero podría haber sol.
Crono 1- Claro es otra posibilidad.
Crono 2 - No, sólo una de las tantas. Podría estar nublado o uno estar durmiendo y no saber nada del tiempo.
Crono 1- Me rectifico entonces, llueve sólo para aquella gente que no rechaza lo evidente.
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2
Crono 1- Estoy enamorado de una chica de ojos claros.
Crono 2- El amor es una falacia y el color de los ojos también.
Crono 1- Me apenan tus conclusiones fáciles.
Crono 2- Soy un cronopio facilista, no lo niego.¿Pero qué otra cosa se puede ser en nuestro país?.
J. C. Conde Sauné
A veces, se entretejen sueños que se mezclan con lo cotidiano. Y la realidad se entrecruza con los sueños. Esto es una rara mescolanza, que suele desconcertar al más avispado.
Me gustaba fantasear, cuando era niño, con cosas que podrían suceder y luego más tarde, ya adulto, sucedieron.. Como por ejemplo, que mi amado tren Retiro-Delta no existiera más. Me despertaba una mañana (entonces vivía frente a la estación "Las barrancas") y el tren ya no estaba, una inmensa avenida reemplazaba a las vías. Un día, algo de eso sucedió y aunque algunos años, más tarde, volvió como Tren de la Costa y la estación se llamó "Barrancas", ya no era lo mismo. No era ese tren cotidiano que tomábamos para ir a la escuela; ahora era una rara avis para curiosidad de los turistas. Esto quizás no sea malo, pero quedó como algo exclusivo y clasista, cuando antes era el tren de todos. ¿Efectos de la economía de mercado?. ¿De la globalización. ¿O de la idiotez reinante?. Apostaré por las tres causas.
J. C. Conde Sauné

martes, 14 de agosto de 2007


Cuando trabajaba en la contaduría de una industria pesquera, traje un día a casa un paquete de abadejo. Frente al plato en la mesa, preparado a la cacerola con papas, cebollas, ajos y todo lo que debe llevar en condimentos, me puse a pensar mientras comía. A veces la comida, sirve también como punto de reflexión.
En la Argentina, siempre, desde que tengo uso de razón, lo llamaban bacalao al abadejo. Recuerdo haberlo comido guisado hecho por mi madre, aquél que venía de Noruega y que había que dejar, previamente, en remojo. ¿Ahora a qué viene esta nueva moda de llamarlo abadejo? Asimismo haber leído en "Don Quijote", que éste fue un día a comer en una posada y por ser viernes no había sino unas raciones de pescado y aclara que el pescado era abadejo, como lo llaman en Castilla, éste mismo en Andalucía es bacalao y en otras partes curadillo o truchuela. Estas consideraciones vinieron a mi mente, frente a este plato de abadejo que por cierto está muy bueno; Malen, mi esposa, ha hecho una buena tarea en la cocina.
Si en el ambiente de las industrias pesqueras, abundan los lectores del Quijote, algún día me encontraré comiendo curadillo o truchuela o de nuevo bacalao. Los argentinos somos bastante renuentes a los cambios de ideas, pero muy proclives a incorporar nuevas acepciones en el lenguaje.
J. C. Conde Sauné

viernes, 10 de agosto de 2007

TRAMA DE GATOS


Gatos negros, gatos amarillos, gatos blancos y demás pelaje; casi todos los gatos del mundo, asistieron al simposio de los gatos sabios.
Ellos abogavan por la ecología. Los ratones habían casi desaparecido, a causa del uso abusivo de los raticidas y del ruido de las grandes ciudades. Ni siquiera hablar de los ratones blancos, que eran usados por los laboratorios como experimento con drogas.
Por otra parte, el hígado y hasta el bofe, que antes los regalaban para los gatos, ahora eran muy caros y el alimento preparado, incomible. Entonces no había nada para comer.
El líder-gato maullaba feroz: "!Gatos compañeros, abran bien los ojos. Debemos tomar medidas en defensa de nuestros intereses!".
Hablaron otros gatos delegados, pero no arribaron a ninguna propuesta en concreto. Terminó el simposio, que sólo sirvió para trabar relación con alguna que otra gata.
El líder-gato dijo, tristemente, alejándose: "No creo que lleguemos vivos al siglo venidero. La estupidez privó sobre el sentido común".
J. C. Conde Sauné

Podemos caer y levantarnos treinta, cuarenta veces y hasta romper todos los relojes; pero el universo sigue girando como afirmaba Galileo, como soñaba Copérnico.
Y sigue girando con todas sus ignominias y mezquindades. Y otros Galileos son resistidos por la mediocridad e ignorancia reinante, aquélla que José Ingenieros describía muy acertadamente.
¡Y bien!. La desmesura y la injusticia, giran en una gran parte del mundo. La miseria acompasa el sueño de los excluidos, de los cautos, de los libres de la primera piedra arrojada.
"Eppur, si muove".

27-12-2000 * J. C. Conde Sauné

jueves, 2 de agosto de 2007

LAS EMOCIONES DE LIV


Se sentía, en realidad, como una arcilla en sus manos. Ella misma aseveraba que coleccionaba las expresiones de los otros, para usarlas en el momento adecuado, cuando el guión escrito por Ingmar se lo exigiera, entonces daba rienda suelta a sus vivencias guardadas durante tanto tiempo en su interior. Ella lo decía: "me veo a mi misma como un tamiz. Los sentimientos del mundo fluyen a través de mí, pero soy incapaz de retenerlos".
Era buena para eso, simular penas o alegrías y también para andar suelta de cuerpo como si nada le ocurriera. Porque a veces Ingmar, no sólo le exigía dramatismo, sino tal vez ambiguedad. Y nos gustaba ver a Liv en esa circunstancias y amarla sin reservas, ni ambages, a ella o a sus personajes. ¿No eran una misma cosa?.
Más de una vez, al salir del cine, Liv nos daba vueltas en la cabeza, dejábamos a Ingmar Bergman de lado, aunque sabíamos que movía los hilos entre bambalinas. Pero vivíamos cautivados por Liv Ullmann, en esa pasión que se sabe, de concesiones a través de una pantalla, pero que perdura como un hechizo a través del tiempo. ¿No nos había pasado antes con Ingrid Bergman o Catherine Deneuve?. Alguna vez habrá que replantear, que nos lleva a entrar en una sala oscura, en donde se sabe antemano que todo va a ser una ficción, que nada de lo que allí ocurra puede ser verdad, aunque fuera tomado el argumento de la vida real. Queremos asistir a ese engaño de actuación, guión y montaje, porque sabemos que podremos experimentar las mismas emociones que siente Liv, por ejemplo, en una trama que sucede con nuestra complicidad y anuencia.
J. C. Conde Sauné