domingo, 27 de noviembre de 2022

Con Alfredo Le Pera y los dos Homeros, Manzi y Expósito; Enrique Santos Discépolo ha sido uno de los cuatro grandes letristas del  tango. Y no es el emblemático "Cambalache" (1935), el tango que más me gusta de él. Fue escrito en la "década infame", pero bien lo pudo escribir en la década l945/1955, que él tanto veneró.
Fue peronista convencido, como Neruda estalinista o Ungaretti fascista. Hay quienes creen que los problemas de un país se resuelven con férreas dictaduras y los hechos demuestran que después de diez años con Perón y casi dieciséis con sus seguidores autoritarios, el país fue de mal en peor. Y no hablemos como terminó el estalinismo y el fascismo en Italia y España.
Pero a mí me ocupa ahora, hablar de sus tangos y es ahí donde reivindico la figura de Discépolo. Como dije, no me gusta mucho "Cambalache", pero sí otros en esa línea como "!Qué vachaché¡", "Yira... Yira" y "!Chorra¡" o en otra vena "Cafetín de Buenos Aires", "Uno", "Tormenta" o "Mensaje".
Los seres humanos, estamos dominados por diversas pasiones, a veces equivocadas. La única pasión que no equivocó, para mí, Discepolín, fue en la escritura de sus tangos memorables: "¿Pero no ves, gilito embanderado,/ que la razón la tiene el de más guita?/ ¿Que la honradez la venden al contado/ y la moral la dan por moneditas?".
Y sí, lo podría haber escrito hoy, después de tres años de otro gobierno peronista; supuestamente de izquierda.
26-01-2007  -  J. C. Conde Sauné