domingo, 24 de noviembre de 2019

GARY BURTON "Alone At Last", es un CD difundido por "Atlantic Recording". Todos los temas son interpretados por Burton en vibráfono y él agrega en su ejecución: en el tema 4, pianos acústico y eléctrico y órgano, en el 5 piano y en el 6 piano eléctrico. Los tres primeros temas fueron grabados, en vivo, en el Festival de Jazz de Montreux 1971 y el resto en los Estudios de Atlantic en Nueva York. Éstos son los siete temas:
*1) "Moonchild/ In Your Quiet Place" (Keith Jarrett)  -6:13-  *2) "Green Mountains/ Arise, Her Eyes" (Steve Swallow)  -7:40-  *3) "The Sunset Bell" (G. Burton)  -6:55-  *4) "Hand Bags And Glad Rags" (Michael D'Abo)  -6:00-  *5) "Hullo, Bolinas" (Steve Swallow)  -5:53-  *6) "General Mojo's Well Laid Plan" (Steve Swallow)  -3:37-  *7) "Chega de Saudade" (Antonio Carlos Jobim)  -4:40-
Nunca pensé, que alguien pudiera sólo con un vibráfono, hacer tan loable interpretación de un tema musical. Teniendo en cuenta, que es un instrumento de percusión; que además de acompañar, complementa una melodía o la improvisa. Pero aquí, en este registro, Gary Burton lo logra. Y son interpretaciones para destacar: "Moonchild/ In...", la gran composición de Keith Jarrett; también "Hand Bags And..." de Michael D'Abo, usando no sólo el vibráfono, sino además los pianos acústico y eléctrico y el órgano. Son también para maravillarse "Hullo, Bolinas" de Steve Swallow y "Chega de Saudade" de Tom Jobin, que consigue un magnífico cierre para este compacto insuperable.
Éste, es uno de mis CD que escucho, con gusto, cada tanto. Aparte de la muy buena presentación del estuche de cartón que lo contiene, hay un folleto con un comentario muy bueno de Pascal Bussy; que lo termina diciendo, que Gary Burton nació en enero de 1943, en Indiana y que su nombre se inscribe con letras de oro, en la historia del vibráfono, luego de sus antecesores Lionel Hampton y Milt Jackson.
J. C. Conde Sauné           

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Volví a leer a FLANNERY O'CONNOR, ahora en un libro con sus "Cuentos completos"; treinta y uno editados por "Lumen". Antes, en otro libro, solamente había leído diez cuentos; los cuales comenté en mi "Breviario" y sigo considerando excelentes: "Un hombre bueno es difícil de encontrar", "La vida que salven puede ser la suya", "La persona desplazada", "El templo del Espíritu Santo", "El negro artificial" (en mi antología personal del cuento) y "La buena gente del campo". A esta excelencia, agrego: éstos de ahora: "El geranio", "Un encuentro tardío con el enemigo", "El río", "Una vista del bosque", "Las dulzuras del hogar", "Partridge de fiesta", "Los lisiados serán los primeros" y "El día del juicio final". Los restantes, también me parecieron muy buenos; salvo: "El pavo", "El pelapapas", "Un golpe de buena suerte" y "Más pobre que un muerto, imposible", que me parecieron los menos logrados.
Flannery O'Connor (1925-1964 / Georgia -Estados Unidos), fue una de las escritoras importantes, junto con William Faulkner y Carson McCullers, del sur norteamericano; y de la literatura de ese país, obviamente. Su estilo es inquietante y conmovedor. Sus personajes valoran poco la vida y permanecen en ellos, tanto la discriminación racial como la xenofobia. En el prólogo, muy bueno del libro, de Gustavo Martín Garzo, él menciona a Harold Bloom; donde éste afirma: "que no tenemos un lenguaje apropiado para enfrentarnos con lo divino, y toda la obra de Flannery O'Connor parece ser la demostración palpable de que es así".
Además ella evidencia, que cuando uno escribe, no puede exhibir un mundo ideal, porque lo ve y lo siente en detrimento. Ella, en uno de sus escritos, cuenta que una señora de California, le reprocha el pesimismo de sus relatos y le dice que el lector cuando llega a su casa, quiere leer algo que eleve su corazón. O'Connor le contesta, que si su corazón hubiera estado en el lugar adecuado, sí se habría elevado. Algo parecido a lo que Faulkner le dijo a otro lector, que le objetaba sus novelas porque eran terribles. Él le manifestó: "haga lo que yo hago, no lo que escribo".
A mí personalmente, este libro de cuentos de Flannery O'Connor, me pareció para atesorar y recomendarlo; siempre que su corazón, como dijo Flannery, se encuentre en el lugar adecuado.
La traducción, del mismo, estuvo a cargo de Marcelo Covián, Celia Filipetto y Vida Ozores, de los distintos cuentos que componen el libro y es muy buena.
J. C. Conde Sauné