viernes, 28 de mayo de 2010

MIGUEL, EL INGENIOSO

Si uno lo tomaba a la ligera , se podía decir que nuestro compañero de oficina era un chistoso. Pero él no era como otros, que a menudo repetían los chistes que oían por ahí. Él era de un humor constante e inventivo. A mí que era mayor que ellos, me decía que yo había aprendido francés con el virrey Santiago de Liniers. A veces, cuando íbamos a almorzar con algunas de la compañeras de Contaduría, andando hacia el restaurante por la calle Reconquista, solían chistarnos, a él y a mí, chicas de los boliches que hacen la prosti, él les decía: "esperen que ahora dejamos las esposas en casa y venimos". Cuando nuestras acompañantes se enojaban, él retrucaba: "si no las conocen, que saben si son nuestras mujeres".
Además contaba sus experiencias desopilantes, como aquella vez que el gato tiró la jaula del canario, que el padre le había encargado de cuidar, cuando se fue de vacaciones con la madre. El pobre canario se quebró una pata al caer la jaula y Miguel se consolaba conque el gato no se lo hubiera comido. Miguel contó que le arregló la patita con un poco de cinta adhesiva; cuando se la sacó a la semana, se dio cuenta que se la había colocado al revés. El padre, vuelto de las vacaciones, estaba tomando mate en la terraza y viendo al canario saltar de un palo al otro en la jaula, le dijo a Miguel: "Mirá el tiempo que tengo este canario y recién me doy cuenta que tiene una pata para el otro wing". El tuvo que salir corriendo para el baño y ahí, recién, dar rienda suelta a su risa. También en las vacaciones de los padres, vio a esa chica, desnuda en la terraza, colgando una toalla y una bombacha. Supuso que ella había pensado, al no ver a los padres tomando mates por las tardes allí afuera, que no había nadie. Pero Miguel ahí estaba, en ese verano a eso de las seis de la tarde, al volver del trabajo, tomando aire fresco y una Coca. A la chica, obviamente, la conocía y nunca le había llamado la atención; porque era muy flaca y sin formas y a él le gustaban más rellenitas. Pero ella, en la terraza, desnuda y al natural, posiblemente recién salida de la ducha, era una obra de arte. Así la describía Miguel y eso que no tenía ni idea, quien era Modigliani. Sus piernas y sus pies desnudos andando por la terraza eran algo increíble y bellísimo. Ni que decir de sus pequeñas tetas, con pezones que parecían picos de golondrinas y su escaso bello de entrepiernas. "Qué sorpresa me llevé -dijo- , cuando me vio salió corriendo". Todo eso lo contaba sin obscenidades, porque también escuchaban nuestras compañeras de oficina. La grosería vino de otro zafado: "¿Y qué hiciste, te pajeaste?". Miguel sonrió, medio turbado: "Me sorprendió, nunca pensé que esa chica fuera tan linda. ¿Pero saben una cosa? A partir de ese día dejó de saludarme. Como si la culpa de que ella estuviera en bolas allí, fuera mía. Culpas que le echan a uno. Primero fue ese maldito gato y después esa chica, que de cómoda no se viste para ir a colgar la ropa".
Después hubo despidos en la empresa y perdí contacto con mis compañeros y aquélla al poco tiempo cerró.No hace mucho, encontré a Miguel por Diagonal Norte. Trabajaba por ahí cerca, me dijo que se había casado y tenía un hijo. Se lo veía más serio y quiso saber de mi vida. Le dije que trabajaba en la Tesorería de un laboratorio de medicamentos. Aventuró una humorada: "vos ya te conocés todos los rubros". Cuando conversábamos, en otros tiempos, le había mencionado que antes había trabajado en cinco lugares distintos. Al despedirnos y darnos la mano, no me animé a preguntarle si su mujer era la chica de la terraza; la que él había descrito con tanto fervor.
J. C. Conde Sauné

jueves, 20 de mayo de 2010

Poema Nº 12 ( Cuaderno I ) * Los recuerdos

Podía recordar la primer búsqueda
de sus manos
en los pechos pequeños
y los labios apretando el estupor.

Se había asimilado al tiempo.

recordaba sus labios y
profano sensitivo
quisiera recordarla toda

¿En que laberinto del Perú
ondularía su cuerpo?
¿Y si estaba muerta?

Nada sabía...
sólo el roce de su cabello transparente
y el buril de la tarde
grabando un entonces.

J. C. Conde Sauné

lunes, 17 de mayo de 2010

Tengo una serie de libros, editados por EUDEBA (de la colección "del siglo y medio"). Pero el que leí ahora no lo tenía y lo conseguí en una librería de usados, dada mi manía, que está cerca de casa. "La gran semana de Mayo" de Vicente Fidel López, es un libro tan pequeño como necesario, para entender todo lo que se cocinó en la trastienda de la Semana de Mayo y en, cierto modo, esta democracia desvalida de hoy en día. En esta época, de mamotretos, en que la historia argentina se interpreta como las telenovelas, donde los malos son irremediablemente malos y los buenos, tienen la obligación de ser irremediablemente buenos, porque la historia marketinera se lo reclama, Vicente F. López aclara un poco los tantos. Mediante una ficción de cartas apócrifas y ubicándose en el género de observador, desentraña con habilidad como se gestó esa revolución un tanto gatopardista y las consecuencias que de ella derivaron. La rosca del poder económico (comercio en el Río de la Plata), como ahora, se había adueñado de la Argentina y según V. F. López, Saavedra no traidor y quizás timorato, por no contar con el poder absoluto, prefirió negociar; algo que no querían ni Moreno, principal ideólogo de la revolución y sus seguidores enfervorizados como Martín Rodríguez. La plana de la 1ª Junta, queda así constituida como algo heterogéneo y un poco a la aventura, pero era lo que había; se lo tomaba o dejaba. De todas maneras Moreno, sólo con la renuncia de Cisneros recobra sus bríos revolucionarios, pero desconfiando siempre de Saavedra.
Las dos partes finales del libro, dejan un final abierto para el lector: cómo podría ser la Argentina hoy. "Esta carta tiene rota parte de la firma del 31/05/1810", donde el autor sustenta la posición cautelosa de Saavedra. Y la contestación a la misma de "Canelones 30/06/1810", reivindica la posición de Moreno y otros revolucionarios.El desenlace ya lo sabemos, la revolución naufragó en una nebulosa que fue nefasta para el futuro de nuestro país: anarquía, dictaduras populistas y dictaduras no populistas con intervención militar; algunos gobiernos civiles fraudulentos y corruptos y carentes, salvo Sarmiento apostando a la cultura del pueblo, de visión de futuro. Cuesta creer, que nunca se haya podido corregir ese rumbo. Porque hoy, echarle la culpa a Saavedra o a Moreno o a los imperialismos de turno, suena como justificando nuestros desaciertos de casi 200 años. Los padres de la patria, equivocados o no, quisieron un destino mejor para todos nosotros. El egoísmo, la codicia y la falta de talento nos jugó en contra.
30-06-2006 * J. C. Conde Sauné

jueves, 13 de mayo de 2010


El futuro nos tortura y el pasado nos encadena.
He ahí por qué se nos escapa el presente.
GUSTAVE FLAUBERT

Encontrar el significado
y no las palabras;
aligerar el pesado fardo
de los años perdidos.
1810-2005 más de ciento
noventa y cinco años
que se fueron al garete de
la historia que hoy se glorifica,
contraponiendo a unos contra otros.
Una historia de Ríver vs. Boca,
soliviantada en el césped
marchito de la patria.
Un año más de mentiras y ensueños
y fuegos artificiales.

1-01-2006 * J. C. Conde Sauné

lunes, 10 de mayo de 2010

Poema Nº 11 ( Cuaderno I ) * Los recuerdos

Las correrías en el sol,
por los juncos del río,
eran los días con Giselle.

El ceño fruncido, marcaba el imposible
saqueo de panqueques a la madre.
Con mutuo acuerdo de compinches,
le inventábamos otras macanas a la siesta.

Eran las tardes del verano corredizo.

Cordeles que no se anudan.

Un resbalar hacia otros juegos.

J. C. Conde Sauné

viernes, 7 de mayo de 2010

Poema Nº 10 ( Cuaderno I ) * Los recuerdos

Las tardes, en San Isidro,
caen de lo fantástico
juntadas con eslabones viejos.

Sus casas grises
trastocan el color de los árboles,
dándoles un tono caprichoso.

Las mañanas, en cambio,
surgen de un clima arbitrario,
para hundirse
en la misma parquedad.

El crujido nocturno,
suele acaparar sombras
en la calle paralela a las vías,
con sus escaleras silenciosas
destilando enamorados.

sí, como un presagio de medianoche
anduvimos por sus adoquines
temiendo que fueran circunstancias
hasta el mismo tren mimoso
que nos llevaba al colegio y que
un día andando sin vías
nos haría ver su certidumbre

junto al terraplén había
una canchita lastimosa
llena de pozos y malezas
un cinco del rácing tricampeón
alternaba de contrabando
en el equipo del barrio

club de choferes para que
horacio salgán puliera tangos
hasta entrarlos como estiletes
en nuestro cuerpo o en los pocos
gatos que por ahí rondábamos
pocos gatos: horacio salgán: que herejía
si se puede ver la pista despoblada
y algún tren que escapaba

Las tardes, en San Isidro,
pueden caer de lo fantástico.
Las mañanas, en cambio,
pueden diluirse en las tinieblas.
Hacia el anochecer, las sombras
pueden capturar recuerdos...

J. C. Conde Sauné

martes, 4 de mayo de 2010

Tanto se ha dicho sobre Chejov, que más se puede agregar. Sería repetir lo mismo: estilo conciso y claro, de una aparente simplicidad; pero a medida que avanza el relato, los personajes quedan al desnudo: sus miedos, frustraciones y un desacomodo en la época que les tocó vivir, anunciando un quiebre en la sociedad.
En "El reto", novela breve que acabo de leer, se vuelven a repetir esos conceptos. Los dos personajes confrontados: Laievski (empleado estatal) y Von Koren (un zoólogo), hacen que Chejov arme la trama, de una manera tan simple como humana. También hay un doctor, Samoilenko y un diácono Pobiedov, que juegan un papel importante en el relato y tratan, por todos los medios, que los dos enemigos no se enfrenten en un duelo. Pero "el reto" se produce y no hay marcha atrás. Como se ve, la intransigencia no es un vicio de hoy en día; la terquedad, el falso orgullo y la sinrazón, llevan al ser humano a un camino sin retorno. Es allí donde Chejov explora, sabiamente, la condición de las personas. Uno de sus personajes nos dice: "...¿Y qué es la especie humana? Una ilusión, un espejismo...Los déspotas siempre han tenido la cabeza llena de ilusiones...".
Hacia el final, Chejov arregla la situación con una vuelta de tuerca y culmina esta pequeña joya narrativa.
Libro que encuentro de él, no leído, siempre está a mi disposición para su lectura.
J. C. Conde Sauné