Las correrías en el sol,
por los juncos del río,
eran los días con Giselle.
El ceño fruncido, marcaba el imposible
saqueo de panqueques a la madre.
Con mutuo acuerdo de compinches,
le inventábamos otras macanas a la siesta.
Eran las tardes del verano corredizo.
Cordeles que no se anudan.
Un resbalar hacia otros juegos.
J. C. Conde Sauné
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