sábado, 27 de diciembre de 2008

FRASES CÉLEBRES MODIFICADAS (SEGÚN USO Y COSTUMBRE)

"¡Ladran Sancho, señal que nos dieron la cana!."
Obdulio Cometa (funcionario corrupto)

"¡Proletarios del mundo, uníos para padecer!".
Armando Lentrega (dirigente sindical)

"¡La casa no está en orden!".
Cornelia Inocenti (mujer que sorprende al marido con su mejor amiga en la cama)

"¡Bárbaros, las ideas hay que matarlas!".
Terencio Caverna (General retirado)

"Existo, luego no pienso".
Cándido Sufragio (un argentino medio)

"En los noventa eran el uno a uno, ahora son los dos contra uno".
Zoilo Atónito (un argentino sub-medio)


J. C. Conde Sauné

viernes, 12 de diciembre de 2008

EN EL BONDI ( 10 ) Memorias de un pasajero

Hace un tiempo iba con Chichito, (el contador, que venía a la empresa dos veces por semana, le había puesto Chichito; a raíz de que el gerente cuando el chico hacía bien un trámite, le decía: ¡chiche! y de ahí le quedó Chichito) el cadete de una empresa en la que yo trabajaba, a unas clases de computación, la empresa nos mandaba para que no tocáramos de oído. Empleados de contaduría como éramos, debíamos tener una base bien fundada en computación. Aparte reemplazaron el programa "Tango" por el "Stradivarius" que era un poco más complicado. A la vuelta de la clase en Bernal, volvimos hacia Quilmes en un colectivo de la zona. Al subir, me quise agarrar del pasamanos y me quedé con la mano en el aire, ya que le faltaba y sólo había dos agujeros, donde lo habían sostenido dos tornillos en algún tiempo. Cuando me encaminé hacia la máquina, para sacar el boleto, pisé una botella de plástico que había en el piso y que rodó hacia el fondo del coche. Nos sentamos en los asientos del fondo, eran los únicos que estaban más o menos en condiciones, luego de hacer equilibrio con los corcovos del bondi, que parecía un potro mal domado. Intercambiamos opiniones sobre el curso, que se nos hacía bastante ameno y nada difícil. Yo hacía tiempo que manejaba la compu, con sistemas contables y de tesorería; al pibe le enseñaba a asentar algunas cobranzas en la contabilidad, cuando no cadeteaba. Al dueño le preocupaba más el stock, trabajaba en una industria pesquera y quería que yo con la ayuda de Chichito y la secretaria, a la que había enseñado a facturar y armar cajas chicas, pusiera más aplicación en aquéllo. "Un día me voy a enterar que no me queda ningún pescado, así que ojo -me dijo el dueño".
Mientras hablábamos, recibí un codazo que era su señal para indicarme algo. Casi siempre, era una linda chica que subía al colectivo y el eventual regodeo para la vista. Pero no era eso, me señaló debajo de un asiento y vi un tampón usado debajo del mismo. Éso es "arte conceptual", le dije. El chico me miró sin entender. Entonces le aclaré: llevás ese tampón a alguna Exposición de Arte Moderno y lo dejás tirado debajo de una silla y le ponés un título, "Desecho menstrual" y tenés una obra de arte. ¡Ah!, me dijo, ya entiendo.

 J. C. Conde Sauné

martes, 9 de diciembre de 2008

Retomar a un clásico, implica menos riesgo que cierta nueva literatura. Teniendo en cuenta, hoy en día,que el arte, en general experimenta una trivialidad sin límites. Por eso volví a leer, después de años ha, "La ventisca" y otros cuentos, de Pushkin. En realidad, de este libro que tengo ahora, antes había leído "La ventisca" y "La dama de espadas", este último un excelente relato; agrego a esta categoría: "El tiro", "El enterrador" y "El encargado de la casa de postas". La literatura rusa tiene un estilo clásico, que no abreva en los modernismos, por lo menos lo que yo leí hasta el momento: Gogol, Turguéniev, Salticov-Chedrin y Gorki. En Dostoievsky, Tolstoi y Chéjov, hay una renovación del realismo hacia el estudio interior de los personajes. En Isaak Babel, Makarenko, Sholojov, Pautovsky y Soljenitsin, se vuelve hacia el primer realismo, sobre todo con el stalinismo en el poder. A mí, a pesar del agua corrida bajo el puente de la literatura, cada tanto me gusta volver a Pushkin, Turguéniev, Gogol, Tolstoi, Dostoievsky, Chéjov e Isaak Babel, mis narradores preferidos en la literatura rusa. Ellos buscaron reflejar a la sociedad en el momento vivido, sin buscar nuevas formas; acaso sabiendo que el individuo, a través del tiempo, es el que cambia, de acuerdo al contexto social que le toca vivir.
J. C. Conde Sauné

miércoles, 3 de diciembre de 2008


Lo había hojeado varias veces, cuando lo encontraba en mi biblioteca; pero nunca lo leí de cabo a rabo. Me refiero a "Códice Romanoff", publicado aquí con el título "Los apuntes de cocina" de Leonardo Da Vinci. Al retomar, ahora, su lectura, descubro que una de las grandes pasiones que tuvo Da Vinci, fue la cocina; incluso más afectiva que la pintura. Muchas veces empezaba cuadros y no los terminaba. La "Última cena" la acabó por un ultimátum que le dio su mecenas Ludovico; otras obras se perdieron, quedando aquélla, la "Gioconda" y la "Venus de las rocas".En los últimos años, casi ni pintaba, cuando alguno de sus protectores, le pedía que retratara a sus queridas o esposas, se excusaba alegando que tenía artritis. Si lo apremiaban demasiado, se lo encargaba a algún discípulo suyo. De vez en cuando, para dejarlos contentos, le hacía unos retoques con el pincel.
Varias de sus recetas de cocina son increíbles, como cocinar una pata de vaca entera. Se dice que inventó un aparato para hacer los "spaghettis", simplificando la pasta que Marco Polo había traído originalmente de China. En el libro, también, hay unos consejos para los modales a observar en una mesa; algunos son desopilantes: "a cerca de cual es el modo en que deben ubicarse en la mesa los asesinos".
Este genio nació en Vinci, un poblado de las afueras de Florencia el 15-04-1452 y murió en el 2-05-1519. Cuesta creer, que un artista fuera de lo común como él, le haya dado tan poca importancia a su obra. Se comenta, que cuando Francisco I, rey de Francia, le pidió la máquina de hacer los "spaghettis", prefirió darle su "Gioconda" y su "San Juan", antes que la caja conteniendo aquélla, que a su muerte desapareció.
J. C. Conde Sauné