miércoles, 3 de diciembre de 2008


Lo había hojeado varias veces, cuando lo encontraba en mi biblioteca; pero nunca lo leí de cabo a rabo. Me refiero a "Códice Romanoff", publicado aquí con el título "Los apuntes de cocina" de Leonardo Da Vinci. Al retomar, ahora, su lectura, descubro que una de las grandes pasiones que tuvo Da Vinci, fue la cocina; incluso más afectiva que la pintura. Muchas veces empezaba cuadros y no los terminaba. La "Última cena" la acabó por un ultimátum que le dio su mecenas Ludovico; otras obras se perdieron, quedando aquélla, la "Gioconda" y la "Venus de las rocas".En los últimos años, casi ni pintaba, cuando alguno de sus protectores, le pedía que retratara a sus queridas o esposas, se excusaba alegando que tenía artritis. Si lo apremiaban demasiado, se lo encargaba a algún discípulo suyo. De vez en cuando, para dejarlos contentos, le hacía unos retoques con el pincel.
Varias de sus recetas de cocina son increíbles, como cocinar una pata de vaca entera. Se dice que inventó un aparato para hacer los "spaghettis", simplificando la pasta que Marco Polo había traído originalmente de China. En el libro, también, hay unos consejos para los modales a observar en una mesa; algunos son desopilantes: "a cerca de cual es el modo en que deben ubicarse en la mesa los asesinos".
Este genio nació en Vinci, un poblado de las afueras de Florencia el 15-04-1452 y murió en el 2-05-1519. Cuesta creer, que un artista fuera de lo común como él, le haya dado tan poca importancia a su obra. Se comenta, que cuando Francisco I, rey de Francia, le pidió la máquina de hacer los "spaghettis", prefirió darle su "Gioconda" y su "San Juan", antes que la caja conteniendo aquélla, que a su muerte desapareció.
J. C. Conde Sauné

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