lunes, 29 de junio de 2020

Después de muchos años. quizás treinta, volví a leer "La invención de Morel" de ADOLFO BIOY CASARES. La tenía marcada, como que no había sido una novela muy importante para mí. Tal vez el tema tramado en ciencia ficción, género que no me parece de mucho interés, haya sido el motivo. Pero igual traté de leerla nuevamente. Esta vez me interesó un poco más hacia el final. Él le dedicó la novela a Jorge Luis Borges, que escribió el prólogo y defendió a capa y espado la novela de su amigo. Desdeñando un poco la narrativa clásica rusa y a sus discípulos y también  Proust cayó en la volteada. Lamento disentir con don Jorge Luis, pero para mí cualquier cuento de Chejov o de Babel tiene más valor e interés, que la ficción apuntando a lo inverosímil y poco creíble. Es cierto, Proust describe lo ocioso de cada día, pero lo verosímil en la burguesía tratando de ocupar el lugar de la nobleza francesa que fenece en el tiempo. En cambio Bioy Casares intenta crear un mundo de imágenes, donde seres que son sólo apariencias que existen y nos transportan a un más allá de la imaginación. Morel, el personaje creador de la novela, toma la vida de las personas y con una cámara filmadora las lleva a ser imágenes que viven y se proyectan. Entre ellas Faustine, de la cual se ha enamorado el fugitivo, que narra la historia, y ha ido a parar en esa isla. Espera ser feliz al saber que él también ha manejado el proyector que lo transforma en imagen y será feliz al lado de Faustine.
Como dije, mejora la ficción hacia el final; pero todo queda allí.
"La invención de Morel" inspiró la serie "Lost" y uno de los personajes leía ese libro. Además "El año pasado en Mariembad", de Alain Resnais, se inspiró en esa novela.
J. C. Conde Sauné 

lunes, 8 de junio de 2020

Mail que mandé a la revista "Ñ" y me publicaron en el n° 103 del 17-09-2005. "Nueva Orleans y el Jazz":
"Empecé a escuchar Jazz siendo adolescente, gracias a un amigo que estudiaba clarinete y me prestó un disco de Artie Shaw en el que cantaba Billie Holiday. Pero recién lo comprendí, cuando la oí cantar a ella 'Strange Fruit' y ´'God bless the child'.
Mucho después, cuando tuve un programa de jazz en una FM, allá por la década del 90, hice unos comentarios sobre la salvaje represión a los negros en Atlanta, en los Estados Unidos, y pasé en la emisora al gran Satchmo cantando 'Nobody knows the trouble I've seen', me parecía que si se trataba de un programa de jazz. eso era lo correcto.
El sábado pasado compré 'Clarín' y 'Ñ', me puse a leer el diario por la tarde mientras escuchaba música y, según mi costumbre, el jazz prevalecía sobre otros sonidos. Justo cuando leía el comentario del diario sobre el desastre e imprevisión en Biloxi (Mississippi) y la cronista comentaba que, ente otras cosas, flotaba en el agua un disco de vinilo de Miles Davis,  yo por casualidad -hacía mucho que no lo escuchaba- pasaba 'Porgy and Bess', un disco de él. Fue en el tema 'Prayer' (Oh doctor  Jesus) que sentí un estremecimiento al oír esa mágica y doliente trompeta, casi un alarido de dolor, expresando la exclusión de su pueblo negro y pobre. Ese de Nueva Orleans, cuna del jazz".
21-09-2005 - J. C. Conde Sauné