viernes, 26 de junio de 2009


Carlos Fuentes decía: "Kafka, el escritor indispensable del terrible siglo XX. Sin él, no entenderíamos nuestro tiempo". Yo agregaría, tampoco nuestro país. Ahora tenemos un presidente que usa como emblema la letra "K" y no es José K.
En "La esperanza y lo absurdo en la obra de Kafka", Albert Camus alega, que Kafka expresaba la tragedia con lo cotidiano y el absurdo con la lógica.
20-12-2006 * J. C. Conde Sauné

miércoles, 17 de junio de 2009


Recorte de un artículo que tenía guardado (Suplemento Cultura de "Perfil") : "En 1916, Freud ubicó al psicoanálisis dentro de los tres grandes descubrimientos que hirieron el amor propio de la humanidad. Copérnico demostró que la tierra no es el centro del universo, conmoviendo la pretensión del hombre de sentirse dueño del mundo. Darwin puso fin a la arrogancia humana, de crear un abismo entre su especie y la del animal. Pero ni la afrenta cosmológica, ni la afrenta biológica han sido tan sentidas por el narcisismo humano como la afrenta psicológica. Porque el psicoanálisis enseña que el YO no sólo es amo del mundo ni de su especie, sino que no es amo en su propia casa". UNA AVENTURA HUMANA (SILVIA ONS) .
15-12-2006 * J. C. Conde Sauné

viernes, 12 de junio de 2009

RUBIO ( relato ) *

Teresita había conocido a un muchacho simpático y se casó. Parecía que jugaba muy bien al tenis y lo conoció de pura atropellada. Sí, llevándoselo por delante en un baile de fin de semana, en San Isidro. Con mucho Joao Gilberto y whisky con hielo. Scotch a las rocas, que le dicen. Él bailaba bien y apretaba mejor en la música pausada. Ésa fue su crónica sucinta. Ahora se la veía mejor, mucho mejor. Más delgada. Más delicada en los movimientos; siempre había sido un poco torpe. Parecía un mamboretá, dispuesta a saltar y chocar con uno. Ahora iba bien vestida y con una salud sexual saliéndole por los ojos.
Cuando la vimos, la colocamos automáticamente a lado de Rubio. Le decíamos Rubio, nunca supimos cual era su verdadero nombre. Lo llamábamos así, a secas: Rubio. Una pinta muy parecida a la del actor francés Jean Pierre Aumont. Era auxiliar en la estación Las Barrancas y le quedaba tiempo para aventuras con las "grones" (como él decía) que caían en el verano a los recreos.
Los días franco, organizaba asados en "El águila" con dos o tres vagos más: Quito, Hugo y a veces Grela. De ahí, de ese recreo, lo conocíamos. Algunas veces íbamos a la estación, en que trabajaba, y lo ayudábamos a despachar boletos. También, en las tardes de mates, se agregaba uno que le decíamos Pelito, porque tenía un mechón blanco de pelo. Pero en contadas ocasiones, no lo tragábamos porque era garronero y pechaba cigarrillos que era un contento, aparte de engullirse, sin respirar, las facturas que habíamos comprado. Tenía pretensiones de don Juan y quería competir con Rubio, pero según éste, las mujeres no le daba ni cinco de bola. Rubio tenía un cuaderno con poesías que escribía. A cada una la titulaba con un nombre de mujer y abundaban las Martas y las Susanas. Según él, todas las que se había volteado. Era bastante entrador con ellas y tenía una conversación que sabía interesarlas. Los versos que escribía eran raros. Más que raros, originales y carecían, a pesar de ser elementales, de ripios verbales e imágenes remanidas. No leía a nadie, su desprecio por la literatura era total. Decía que el tiempo que podía perder con un libro, lo aprovechaba con una mina. Siempre, a la hora del mate y las confidencias, contaba una aventura que lo tenía obsesionado y que la repetía a menudo. Era una mujer que había andado con él y la dejó embarazada. "Yo me quise casar (atestiguaba), no por ella, sino por la criatura, vos sabés lo que es tener un hijo tuyo, es para enloquecer de alegría, pero ella se dio cuenta que no la quería y un buen momento se las tomó. Nunca la vi más y no puedo dejar de pensar en eso". Era un drama absurdo, pero él lo contaba emocionado y lo mirábamos consternados. Además, a quien le importaba si era cierto. Era cuestión de emocionarse un poco, en medio de tanta despreocupación. Una manera de buscar el equilibrio, como aseveran los que saben.
Cuando conoció a Teresita, que algún día vino a sacar boleto y quedó enredada con unas cuantas palabras dichas por él, anduvo un tiempo como un sonámbulo y lo creíamos enamorado. Y lo peor, que no contaba nada. Ella lo venía a buscar, se iba sigiloso y alguno de nosotros le atendíamos la boletería y tocábamos la campana para darle salida al tren. Tenía suerte, nunca vino un inspector. Aunque una vez, un guarda de tren amigo le avisó que en la estación anterior "estaba el chancho" y que probablemente viniera hacia allí. Rubio, ese día, cocinaba un puchero, en el hogar de la boletería y no creyó oportuno suspenderlo. Efectivamente el inspector llegó, aunque nosotros previamente nos habíamos retirado, revisó los libros (Rubio siempre los llevaba muy prolijos) y vencido, por el aroma que salía de la olla, se dispuso a aceptar un plato bien cargado. En otras ocasiones, mientras esperaba a Teresita, lo acompañábamos en unas partidas de chinchón. Súbitamente, nos enteramos que la había dejado. Creemos que fue una verdadera tragedia. Además, Teresita nos gustaba como inclinaba su escote por la ventanilla y deslizaba su mirada ardiente buscando a Rubio, que por lo general estaba sentado arriba de la mesa con las piernas recogidas. Ella era como si fuera un poco de todos nosotros, sus amigos. Después de la ruptura lo venía a buscar, llorando, y él se mantenía inmutable. Pero se arreglaron cuando ella, para el día del cumpleaños, le regaló una billetera. Volvieron a andar juntos y no duró mucho. Sólo un mes y pico o algo más, pero no mucho. Rubio empezó a salir con otras mujeres y los asados en el bajo se repitieron. Teresita, un domingo, lo fue a buscar. Medio borracho, la humilló, delante de nosotros, derramándole vino en la cabeza y riéndole en la cara. Fue la última vez que vimos a Teresita. Alguien, por ahí, dijo que tenía novio, pero no le creímos. Sabíamos que estaba metida con Rubio.
En el invierno, cuando los asados y el río perdían su atracción, íbamos al hipódromo. Nos gustaba Aníbal Etchart, desde que había dado el batacazo con la yegua Anuba, metiéndose en un claro que había, por el lado de los palos, para ganar por el hocico y dándonos un sport jugoso; como consecuencia le jugábamos a cualquier matungo que él corriera. Así, en mil ociosidades gastábamos el tiempo, se trabajaba lo indispensable y meta bailongo por cualquier lado. También nos gustaban las mujeres, cualesquiera, las que se pudieran encontrar sobre la tierra. Durante mucho tiempo nos deslizamos de esa manera, quizás demasiado. Hasta que Rubio, el que siempre habíamos admirado, copiándole hasta la manera de peinarse con el pelo echado hacia atrás, dijo: "basta de joder, muchachos, tengo treinta años y ni un mango en el bolsillo. Yo me embarco es una ganga. En unos años podés juntar algunos verdes y te podés independizar". Verdaderamente nos sorprendió, pero no había tiempo para sorpresas. Se embarcó en un buque petrolero que hacía viajes a Europa. Cuando lo despedimos, no tenía ni un peso encima y casi nada de equipaje, dejándonos la certeza de lo poco que lo conocíamos. Eso sí, llevaba apretado, debajo del brazo, aquel cuaderno y unos cuantos nombres de mujeres.
J. C. Conde Sauné * Integra parte del tomo inédito "Dos veces el mismo río"

viernes, 5 de junio de 2009


Dante retorna y queda mudo. Nuestra nada lo estremece.
¡Pobre infierno!

J. C. Conde Sauné

martes, 2 de junio de 2009


Ayer cumplió un año más mi blog. Estoy contento, al menos, de mi constancia; ya que me resulta dificultoso, al no tener computadora, traer lo escrito y trasladarlo. Pero en eso estoy, de ahora en más. En lo futuro, trataré de ser más ordenado. En "Todo poesía" completaré la publicación de mi "Cuaderno I" que consta de cinco partes: Los mitos (del poema nº 1 al 8), Los recuerdos (del 9 al 15), Acuarelas (del 16 al 27), Los oficios cotidianos (del 28 al 40) y Variaciones (del 41 al 64).
Algunos de éstos ya han sido publicados aquí. También haré lo mismo con mis cuentos de "Dos veces el mismo río" y seguiré con mi "Breviario" y "Cronopiando", esa suerte de homenaje al "Crono Mayor" que sigue publicando desde el más allá, por suerte.
En resumen: dos años con mi blog y tratando de leer a los otros, que los hay muy buenos.
La literatura, por suerte, goza de buena salud; no así el país que sigue como paciente crónico y con terapeutas estancados en el pasado.
J. C. Conde Sauné