martes, 29 de enero de 2013

Después de la lectura del "Tomo 3" de las cartas de Cortázar, me vino la idea de releer "Historias de cronopios y de famas". Habla con tanto entusiasmo de ese libro, en ellas; del cual yo sólo recordaba su relato "Simulacros". Esa obra consta de cuatro partes: "Manual de instrucciones", "Ocupaciones raras" ( en donde está "Simulacros"), "Material plástico" e "Historia de cronopios y de famas"·
La primera me pareció, al leerla de nuevo, apenas aceptable; con un humor un tanto retórico. La segunda me gustó más, en "Simulacros" está el mejor Cortázar; también en "Etiquetas y prelaciones", "Correo y Telecomunicaciones" (muy actual, en lo que hace a los cargos públicos) y "Conducta en los velorios". De "Material plástico" rescato "El diario a diario", "Discurso del oso" y "Cuento sin moraleja"; el resto ahí no más. Y de la última parte son de mi complacencia: "Historia", "Haga como si estuviera en su casa"  y "Sus historias naturales".
Como literatura de "divertimento", me agradó más "La vuelta al día en ochenta mundos". Pero vale la pena leer  sus "cronopios"; aún en una frase aislada, aflora su ingenio.
J, C. Conde Sauné

sábado, 26 de enero de 2013

Cada tanto, vuelvo a lo del amigo Arthur Conan Doyle. Digo amigo, porque volver a un libro ya leído, por lo menos en parte, es como volver a encontrarse con un camarada. El libro en cuestión, es el tomo 2 de sus obras completas editado por Ediciones Orbis. Consta de tres partes: "La reaparición de Sherlock" (trece cuentos), "Su último saludo en el escenario" (ocho cuentos) y "El valle del terror" (dos novelas cortas enlazadas entre si).
Cuando Doyle decidió sacarse de encima a Sherlock Holmes, se cuenta que la indignación de los lectores fue tremenda y no le quedó más recursos que idear algo para hacerlo reaparecer. Lo hizo en la primera parte del tomo, con el relato "La aventura de la casa deshabitada". Cuando aquél desaparece, lo hace en una situación bastante confusa; en una zona montañosa, donde su cadáver no se encuentra y eso lo ayudó un poco a revivirlo. Este cuento, quizás, sea el menos convincente de todos. Hay tal enjundia narrativa en Doyle, para hacer creíble su reaparición, que a la larga la aceptamos. De esta parte elegí, para mi antología personal del cuento, "La aventura del Colegio Priory". Pero casi todos los cuentos, de la primera y segunda parte, son de un nivel relevante.
Y quedan las dos "nouvelles" de "El valle de terror": "La tragedia de Birlstone" y "Los chirrioneros". En la primera participan Holmes y su ayudante Watson y es una novela muy buena. Ahora, en la segunda, interviene el Scotland Yard directamente; pero Watson, su narrador, redondea la historia. Aquí en la trama, actúa una secta mafiosa llamada los "Hombres Libres" que esquilma a un pueblo, en Vermissa, donde se explota el hierro y el carbón. Ahí llega Jack Mc Murdo, su protagonista, a trabajar. Los "Hombres Libres", supuestamente, protegen a los chirrioneros; que es la gente que trabaja en las minas. Y es sólo un ardid, para extorsionarlos y mantener atemorizados a los habitantes del lugar. Intimidan, también, a la prensa local y la policía se mantiene en una apatía permisiva. Esto obliga a que el Scotland Yard, tome cartas en el asunto. Ya, en ese entonces, Conan Doyle había descubierto que no había nada nuevo bajo el sol. Me pareció impecable, el final de la "nouvelle"; con una lógica casi "kantiana".
J. C. Conde Sauné

lunes, 21 de enero de 2013

PARA ADA FALCÓN


Ada, sos el metejón de mi locura,
al seducirme con tu voz, que me sigue
y acompaña en los momentos de descarte,
cuando dejo el laburo-sustento
y busco en los duendes del tango
que me trae tu canto chamuyado.

ése que viene de los antiguos patios
con siestas interminables que ansiaban
el celo de la noche cuando las estrellas
se entregaban al titilar de otros chamuyos
amorosos y en los labios querendones de las 
mocosas dejábamos algún beso y entonces
allí aparecía una guitarra que alguien
acariciaba con ternura oh Ada cuántos
recuerdos y nosotros que tanto te queríamos.

Vos como la negra Simone, sos mi metejón
y lo sabés. Escucharte cantar es una
manera de quebrar la máquina
del tiempo. ¿O de vencer al olvido?

J. C. Conde Sauné

martes, 8 de enero de 2013

"Orgullo y prejuicio" (Pride y prejudice), filme del director Joe Wright (Reino Unido-2005), es una comedia romántica basada en una novela de Jane Austen y que cuenta con un excelente guión de Deborah Moggach. Austen publicó esta novela en 1813 y allí ya cuestiona el lugar que la mujer tenía, en la sociedad de entonces. Lizzy es su personaje pivote.
Un matrimonio de granjeros, Mr. Bennet (Donald Sutherland) y Mrs. Bennet (Brenda Blethyn), procuran conseguir unos buenos matrimonios para sus cinco hijas. Rondan los valiosos pretendientes, Mr Darcy le echó el ojo a la bella Elizabeth. Pero ésta encuentra en aquél a un tipo arrogante y que al principio la subestima, por ser ajena a su rango social. Pero Lizzy es una mujer que se sabe atractiva y también algo presuntuosa. Muy bien en este rol Keira Knightley y lo deja con más de un palmo de narices a Mr. Darcy, que interpreta en forma destacada Matthew McFadyen. Prácticamente la trama gira alrededor de ellos dos. Las otras hermanas, no son tan pretenciosas y altivas como Elizabeth y cualquier prometido les viene bien.
Hacía tiempo que no veíamos, una comedia tan bien hecha. Por lo general, la comedia es un género bastante difícil de lograr; en cualquier momento se desbarajusta todo. Pero la dirección, el libro y el óptimo elenco lo hicieron posible. Aparte de la carismática y talentosa Keira Knightley, se destacan: Rosamund Pike (como Janet), Jena Malone (Lidia), Talulah Riley (Mary), Carey Mulligan (Kitty), Simon Woods (Mr. Bingley) y Donald Sutherland, eficaz como siempre, un actor de raza.
J. C. Conde Sauné

sábado, 5 de enero de 2013

Termino de leer "El hombre que mira", una novela de Alberto Moravia (1907-1990); no recuerdo haberlo hecho antes con otro libro de él. La trama de esta ficción, publicada por la Editorial Sudamericana en 1985, consta de once capítulos; que parecen once cuentos engarzados entre si. El argumento, si bien no igual, es muy parecido a "Mildred Pierce" la novela de James M. Cain, que comenté anteriormente. En la de Moravia, la oposición y el amor-odio es entre padre e hijo. Aquél un  profesor universitario de Física de renombre, el último un profesor universitario de literatura francesa. Eduardo, el hijo, a la muerte de su madre, hereda un departamento en el edificio paterno. Como es un contestatario rebelde, lo rechaza y acepta dos piezas adonde vive el padre , trayendo a vivir allí a Silvia, su mujer. El padre postrado por un accidente, es atendido por una enfermera y la ayuda de ambos. Un día, imprevistamente, Silvia abandona el hogar y le dice a Eduardo que puede verla fuera de allí e incluso seguir teniendo sexo con ella. Aquél no entiende el porqué y ella tampoco se lo dice en el momento. Y así se va desarrollando el tema, donde el título de la novela sugiere el oficio de fisgón de padre e hijo; ambos obsesionados por el sexo. Más adelante, el avance del relato, confirma que el desencuentro entre padre e hijo viene de muchos años atrás. 
En el medio aparece Pascasie, una mujer a la que Eduardo va a relacionar con un poema de Mallarmé, que encaja en el clima erótico de la novela; de un final diría incomprensible e inaceptable. Pero la vida, a veces, sigue su curso por rumbos del absurdo y se acomoda como puede.
Me deja la expectativa abierta, para leer otra ficción de Moravia que me conforme más. Referencia aparte, muy buena la traducción de Luciana Daelli. 
J. C. Conde Sauné  

miércoles, 2 de enero de 2013

Poema N° 11 ( Cuaderno IV ) * Los mitos


María Kliegel interpreta con su cello, el "Cello Concerto in B Minor" de Dvorák. Luego el "Cello Concerto in E Minor" de Elgar. Mitomanías aparte, quiero a ese cello sólo para mí y creo que, después, seré ya otro. ¿Seré ya otra persona?
Dudo y miro ensimismado la foto de María Kliegel, en la portada del CD. Ella apoya su mano derecha en el cello. Extasiada ante él y con humilde devoción; ella ya es otra. Yo también lo fui, pero no más que en aquellos momentos.

J. C. Conde Sauné