sábado, 26 de enero de 2013

Cada tanto, vuelvo a lo del amigo Arthur Conan Doyle. Digo amigo, porque volver a un libro ya leído, por lo menos en parte, es como volver a encontrarse con un camarada. El libro en cuestión, es el tomo 2 de sus obras completas editado por Ediciones Orbis. Consta de tres partes: "La reaparición de Sherlock" (trece cuentos), "Su último saludo en el escenario" (ocho cuentos) y "El valle del terror" (dos novelas cortas enlazadas entre si).
Cuando Doyle decidió sacarse de encima a Sherlock Holmes, se cuenta que la indignación de los lectores fue tremenda y no le quedó más recursos que idear algo para hacerlo reaparecer. Lo hizo en la primera parte del tomo, con el relato "La aventura de la casa deshabitada". Cuando aquél desaparece, lo hace en una situación bastante confusa; en una zona montañosa, donde su cadáver no se encuentra y eso lo ayudó un poco a revivirlo. Este cuento, quizás, sea el menos convincente de todos. Hay tal enjundia narrativa en Doyle, para hacer creíble su reaparición, que a la larga la aceptamos. De esta parte elegí, para mi antología personal del cuento, "La aventura del Colegio Priory". Pero casi todos los cuentos, de la primera y segunda parte, son de un nivel relevante.
Y quedan las dos "nouvelles" de "El valle de terror": "La tragedia de Birlstone" y "Los chirrioneros". En la primera participan Holmes y su ayudante Watson y es una novela muy buena. Ahora, en la segunda, interviene el Scotland Yard directamente; pero Watson, su narrador, redondea la historia. Aquí en la trama, actúa una secta mafiosa llamada los "Hombres Libres" que esquilma a un pueblo, en Vermissa, donde se explota el hierro y el carbón. Ahí llega Jack Mc Murdo, su protagonista, a trabajar. Los "Hombres Libres", supuestamente, protegen a los chirrioneros; que es la gente que trabaja en las minas. Y es sólo un ardid, para extorsionarlos y mantener atemorizados a los habitantes del lugar. Intimidan, también, a la prensa local y la policía se mantiene en una apatía permisiva. Esto obliga a que el Scotland Yard, tome cartas en el asunto. Ya, en ese entonces, Conan Doyle había descubierto que no había nada nuevo bajo el sol. Me pareció impecable, el final de la "nouvelle"; con una lógica casi "kantiana".
J. C. Conde Sauné

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