viernes, 27 de julio de 2007


El hombre escribía, obstinadamente, en un cuaderno. Corría del mismo las golosinas o baratijas de los vendedores ambulantes en el tren.. Me llamó la atención porque usaba un cuaderno, como hago yo. ¿Escribiría una novela, un cuento o un ensayo?. A pesar de mi curiosidad, no pude averiguarlo. Estaba sentado, contra la ventanilla, en al fila de asientos del costado. Después aparecieron los músicos, charango y guitarra en manos; se mandaron sendas canciones folklóricas, pero el hombre siguió escribiendo, sin que nada lo perturbara. Y vendrían otros vendedores, que pondrían sus mercaderías sobre el cuaderno, pero él no se detenía, las hacía a un lado y continuaba su tarea. Me dio una genuina envidia, ver que nada podía distraerlo. Yo que había empezado a leer un libro Chéjov, con obras breves de teatro y que llevaba para ese largo trayecto Quilmes-La Plata, abandonaba cada tanto la lectura y me entretenía mirando a través de la ventana y comprobando, además, que a ese hombre perseverante nada lo iba a detener.
Me bajé en la estación Quilmes. Él continuaba sus escritos y los vendedores ambulantes, adelante con sus rutinas.
Hay que venerar tanta constancia en ese hombre y en los otros.
J. C. Conde Sauné

PARA EDUARDO ROVIRA, UN FUEYE OLVIDADO

"En un rincón está el fueye sin vida,
un genio incomprendido lo estiraba,
haciendo milagros con sus teclas;
su sonido semejaba a cien
órganos de místicos hechizos.
Era un tanguero distinto a otro
cualquiera, menos tradicional,
innovador nato y no hacía concesiones".

Se entristece todo, más aún,
en las calles y en algunas veredas;
y esta tarde lluviosa
ofrece un raro réquiem,
para este hombre ninguneado por el tango.
Y es raro, porque el gotán
no sabe de olvidos, ni es ingrato.
¿Es que nadie lo recuerda junto
a Orlando Goñi, Osmar Maderna,
Alfredo Gobbi y el tano Fiore?

1925 lo vio nacer, una era
casi romántica para el tango
y en un invierno fulero,
como diría el negro Cele;
se tomó el raje hacia
un cielo de fueyeros y armó
otra orquesta de vanguardia.

J. C. Conde Sauné

sábado, 21 de julio de 2007


Todo es fugaz como el tiempo. ¿Entonces porqué me aferro a esta fugacidad?

J. C. Conde Sauné


jueves, 19 de julio de 2007

PODER DE SÍNTESIS


"Algún día escribiré un libro que sólo tenga una página; tal vez sea un contrasentido, no lo niego.
Pero en ella, trataré de expresar todo de una manera breve pero sintética.
Será el gran libro, ya que no costará trabajo leerlo y su costo será muy reducido y el lector, agradecido por supuesto.
Además no pienso ponerle título, lo que sugerirá diversas propuestas de lecturas y significados, tan vastos como sea la imaginación del que lo lea".
Todo esto planeó el escritor, hace tiempo, pero no ha pasado de la primera palabra: "Comienzo..."
J. C. Conde Sauné
"...seguir al poeta aún donde el
verso
queda oscuro.
Mantener alta la cabeza por él".
(1982) Reiner Kunze
Seguir siempre al poeta, en la derrota y en los días aciagos.
En la felicidad y la melancolía.
En el amor y los desencuentros.
En la ignominia, en la injusticia y en un futuro que venza tanta frustración.
La poesía y la cabeza, siempre altas, como estandartes y guías de una civilización.
30-11-2000 * J. C. Conde Sauné

Nunca supe, porqué quiero tanto los crepúsculos y las noches.
¿Porqué la pausa de cuando anochece y parece que todo se detiene, guarda para mí tan celoso secreto?.
¡Y la noche!. Densa mansedumbre de estrellas. Acompasados pasos por una acera y algún gato que maúlla llamando a su gata. Y las chicas frágiles taconeando por las calles, a la espera de su gato dadivoso.
Todo es tenue y fugaz en los crepúsculos y en las noches. Mi existir permanece errático en esas horas... y ciertamente soy feliz. En esas horas lo grotesco y algunas miserias se ocultan en las sombras...
Me vienen a la memoria unas estrofas de "Placeres nocturnos":
"También nosotros nos detenemos a sentir la noche
en el instante en que el viento está más desnudo: las calles
están frías de viento , todo olor ha terminado;
las narices se alzan hacia las luces oscilantes..."
Y sí, Cesare Pavese, como casi todos los poetas, amaba la noche.
J. C. Conde Sauné



jueves, 12 de julio de 2007


Ni una sola nube ocultó el crepúsculo.
Acaso, la ociosa tarde color naranja cayendo hacia la noche, guardaba su último misterio.
Así acontecen los días y así la vida, teje su madeja fugaz y obstinada; en la tarde color naranja cayendo hacia la noche.
27-05-2001* J. C. Conde Sauné

¿Cuándo uno reconoce que un poeta es grande?. A veces, es difícil precisarlo en esta época, en que cada intelectual concibe un canon particular, en el cual abundan los olvidos y se florean las vanidades personales.
Recuerdo esos tres renglones maravillosos de Salvatore Quasimodo, de su poema: "Y enseguida anochece".
"Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y enseguida anochece".
¿Se necesitan más palabras, para develar el sentido de la existencia, filosofando a través de una bella metáfora? Y todo dicho, de una manera tan simple como fugaz. ¿Cuántas palabras o versos más se necesitan?
Quasimodo y otros poetas herméticos italianos, comprendieron la ineficiencia del palabrerío hueco y barroco. La poesía se despoja con ellos, de un ropaje tan vano como inútil. La palabra cobra ya un sentido y un significado que hasta entonces era inusual. Son los tiempos que corren, un tiempo expreso en el cual el verso es contundente efímero.
Es decir: la palabra es como la vida, en este siglo que termina, tan lleno de soledad, con pequeños rayos de sol y aguardando la oscuridad final.
14-12-1999 * J. C. Conde Sauné

miércoles, 11 de julio de 2007

LA TENTATIVA

El tren se detuvo, aquella mañana, en la última estación.
El viajero bajó del tren y dio unos pasos sobre el andén.
Miró hacia el horizonte y no supo a que atribuir una rara sensación de malestar.
Decidió permanecer allí, hasta que otro tren lo devolviera al punto de partida.
"Es una suerte que haya sacado boleto de ida y vuelta". -pensó.
J. C. Conde Sauné

viernes, 6 de julio de 2007

Vagas cosas, rumores de una tarde, lejanas y anheladas lluvias.
Fuimos todas esas cosas, esos rumores en esas tardes y las lluvias interminables de abril.
Ahora el tiempo se detuvo, pero el umbral no es el mismo que atravesamos entonces.
Sí, sólo rumores de aquella tarde.

1-09-2000 * J. C. Conde Sauné