viernes, 9 de septiembre de 2011

Otra novela policial leída: "El señor Digweed y el señor Lumb" de Eden Phillpotts (1862-1960). También de la colección de "El Séptimo Círculo" (¿cuántas habré leído de esta colección?) Esta novela fue traducida por Leonor Acevedo, la madre de Borges, bueno esta señora traducía de maravillas. Se comenta, que Borges confesó una vez que "Un cuarto propio"de Virginia Woolf, publicado por la Editorial Sur en 1936, la traducción fue hecha por la madre y no por él como figuraba en el libro. Teníamos que creerle a Borges, que más de una vez le pedía consejos sobre sus escritos./// Phillpotts, fiel a la escuela inglesa, logra un relato inquietante, con una buena descripción sicológica de los personajes; sobre todo cuando interviene Chilver el músico, futuro suegro de uno de los detectives, que no aciertan a descubrir una desaparición y un asesinato. Aquél con su hija Nelly, con el disgusto, primero de los detectives y luego la complacencia, porque otra no les quedaba, descubren al asesino. La novela tiene una parte muy original, hacia el final de la misma; previo paso al patíbulo, el implicado, deja unos escritos donde señala los errores que observó para a ser descubierto, un poco cebado por la impunidad de los delitos anteriores cometidos./// Además es destacable el comentario de uno de los detectives: "El crimen está sujeto a las leyes de la evolución, como todo lo demás, y desde que las clases cultas se han dedicado al delito y los defensores de la ley seguimos perteneciendo a los semicultos -exceptuados los presentes-, es natural que el número de crímenes afortunados y originales aumente enormemente". ¿Deja pensando, verdad?

J. C. Conde Sauné

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