martes, 7 de enero de 2014

Tercera lectura de "L'étranger" de Albert Camus (colección Folio de "Gallimard"). Anteriormente la había leído, la primera vez en castellano y las dos últimas veces en francés. Con menos de doscientas páginas, Camus arma una narración tan emotiva como, a la vez, insensible; además de acabada. Meursault, su protagonista, comete un crimen tan irracional que no lo pueden comprender ni su defensor y el fiscal. Aparte, al comienzo de la novela, experimenta una desaprensiva conducta ante la muerte de su madre y sólo le preocupa el calor que debe soportar para trasladarse al asilo donde murió ella  y lo cansado que está. Todas estas actitudes, como al día siguiente del entierro, ir a la playa, encontrarse con una ex-compañera de trabajo y luego tener sexo con ella, lo llevan al fiscal, que juntó todos estos datos, a considerarlo en el juicio como un monstruo. También por ser amigo de un proxeneta, enfrentado con el árabe que él asesinó sin tener arte ni parte. Meursault distante piensa, si se lo está juzgando por haber matado a una persona o por no haber llorado en el entierro de su madre y acto seguido tener relaciones con una mujer y ser amigo de un rufián. A esta novela se la suele emparentar con la obra de Kafka, por la conducta absurda de su protagonista, Meursault como José K., aunque éste sin cometer delito alguno, asumen su destino como algo natural. Viven en un mundo para ellos incomprensible, donde ni siquiera saben que rol desempeñan en él; como no sabiendo si, tal vez, valdría la pena haber nacido.
Leí esta novela nuevamente, porque trato de no olvidarme del idioma francés que me gusta mucho, como asimismo el estilo de Camus; y un poco, por aquéllo, para ver si fue una lectura de juventud. Uno ya no es joven, pero el absurdo no ha envejecido. Hoy en día, hay conductas humanas que nunca llegaremos a comprenderlas. 
J. C. Conde Sauné 

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