martes, 23 de noviembre de 2010

Si hace diez o quince años atrás, me hubieran preguntado que libro elegiría para llevar a una isla desierta; la clásica y banal pregunta de rigor, no hubiera sabido que contestar. Hay tantos libros que me gustan.
Hoy después, de haber leído nuevamente el Quijote hace un año y medio, respondería que, seguro, sería ése mi libro preferido. Leí "Don Quijote" en la infancia (en una edición reducida) y después en la adolescencia (completo) y para mí fue un simple libro de aventuras vividas por un loco, así al menos me parecía a mí. Esta última lectura realizada, me dio la pauta de su grandeza y comprendí porqué William Faulkner, andaba con ese libro debajo del brazo y lo releía a menudo.
También leí, hace poco, un artículo de Harold Bloom publicado en la revista "Ñ" de Clarín, en el que tomaba parte del prólogo para una edición inglesa de "Don Quijote". En ese prólogo, Bloom menciona a otros admiradores de Cervantes y su obra: Fieldny, Goethe, Tomas Mann, Flaubert, Stendhal, Melville, Mark Twain y Dostoievsky. Además dice Bloom, que las desventuras de Cervantes, en su vida personal, no fueron tan distintas a las de "Don Quijote" y quizás peores; resultó herido, como se sabe, en la batalla de Lepanto y perdió el uso de la mano izquierda. Estuvo capturado por unos piratas y pasó unos años como esclavo en Argel y conoció luego la cárcel por presuntas malversaciones y fue despojado ,por su editor, de los derechos de autor de la primera parte del Quijote.
También dice Bloom que refleja la decadencia de España entre 1605 y 1615. Agregaría yo, que la Inquisición está latente, en gran parte de su obra, aún cuando Cervantes no se lo propusiera. El cura, representando a la iglesia, que censura y quema los libros que lee don Quijote y critica sus andanzas son más que elocuentes.
Lo que atrae en "Don Quijote" y en esto estoy de acuerdo con Bloom, que poco importa si la historia es creíble y hasta casi insustentable. El narrador, hábilmente, introduce al lector en un mundo mágico, donde lo irreal se hace palpable. Me hace acordar, bastante, a "La metamorfosis" de Kafka y las peripecias de Gregorio Samsa.
¿Es Cervantes, el precursor de la literatura del absurdo? ¿Cuánto le deben Beckett, Adamov y otros tantos? Pero a diferencia de los mencionados, el absurdo en Cervantes va cobrando cada vez más certeza, a medida que entramos en su lectura. Mientras que en aquéllos, lo irreal se magnifica.
Cada tanto, como Faulkner, releo con gusto partes de "Don Quijote". Mientras que, a algunos otros libros no los vuelvo a releer nunca.. Creo que eso hace grande a un creador, la posibilidad de nuevas relecturas.
14-01-2004 * J. C. Conde Sauné

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