martes, 19 de marzo de 2013

Una vez que había elecciones, le preguntaron a Borges quien iba a ganar. Él, con su habitual humor, respondió: "que iban a salir primeros los radicales, luego tal vez los socialistas y a continuación los comunistas". El preguntón le dijo: "¿cómo, y los peronistas?". Borges le respondió, que peronistas eran todos. Esto viene a cuento, porque resulta que el nuevo Papa Francisco, aparte de argentino y de San Lorenzo, es peronista. El oportunismo PJ es increíble; no tengo el talento de Kafka, sino a través de estos casi setenta años haría una novela con el "absurdo-histórico-peronista". Jugando, como hace la página de humor del diario "Perfil" con la palabra "absurdaje/zurdaje". En fin, lo cierto es que el obispo Bergoglio, hoy es el Papa Francisco y le pateó el tablero al "absurdaje". Muchos, como fluctuantes panqueques se dieron vuelta en el aire, luego de pensarlo bien; también la presidenta nuestra, que le había quitado hasta el saludo.
Yo hice el primario en el Colegio Marín de San Isidro. En casa la creyente era mi madre. Mi padre era un agnóstico como yo, aunque de niño era creyente; cuando mi madre se lo hacía notar, él se aferraba a la Tabla de Moisés y decía: "yo para qué voy a ir a la iglesia, no robo, no mato, no calumnio a nadie, ni me acuesto con la mujer del prójimo". Eso sí, una vez que estuvo gravemente enfermo se colgó unas medallitas que le dieron, mi madre y una tía, por todos lados. En cuanto a  mí, me mantengo en la manera de pensar y sentir. Mi esposa, algunos amigos y parte de mi familia son creyentes. Pero aclaro, que no me molesta que la gente crea y se ponga contenta ante este acontecimiento. Nunca hay que forzar a nadie a que crea o deje de creer en algo. Pienso que si alguien practica una religión con fe, merece nuestro respeto. La religión dejó de ser el opio de los pueblos, como opinaban los marxistas, el opio de los pueblos hoy son los gobiernos populistas, demagogos y corruptos que sólo buscan eternizarse en el poder. Por consiguiente, un tanto de ética y fe ,en lo que uno emprende, nos viene bien. Sin estas normas, no se cambia o transforma a ninguna sociedad.
Y me alegro por la gente que se siente feliz con su credo y su Papa Francisco que, como otros curas anónimos, ayudó a mucha gente en contacto con su lugar de miseria y no sentado en un despacho confortable.
J. C. Conde Sauné

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