viernes, 28 de junio de 2019

A veces uno no sabe, porqué los sueños vienen a uno. Suelo recordar a mi padre, quizás ésa sea la causa cuando los otros días, soñé con él. Siempre hablo del frío, porque soy friolento y a mí el invierno me apichona. Si fuera por mí, no me levantaría de la cama en todo el invierno. Lo detesto y más cuando hay viento, que en los pisos altos se filtra por todos lados. Ésto, tal vez, me llevó a soñar con don Serafín, mi padre, porque a él tampoco le gustaba el invierno; como se ve, la cosa es genética.
En el sueño de referencia, en una casa yo salía al patio y mi padre estaba sentado en un sillón, mirando hacia el jardín. Hacía un frío bárbaro y él como si tal cosa, con apenas una camisa de mangas cortas y un pantalón. Yo me asombraba, porque él leía el diario, en invierno, cerca de la estufa y con un sobretodo viejo encima. El sueño quedó ahí y yo mirándolo, sin saber que hacía en ese lugar tan abstraído. Creo que en el sueño, yo sentía el frío que él ignoraba. Cuando desperté, me sentí aliviado al ver que tenía encima una frazada térmica y un acolchado; muy acurrucado junto a mi Malenka.
J. C. Conde Sauné  

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