martes, 13 de mayo de 2008


Hay libros que firman el certificado de defunción de un autor, al menos para mí. Haber leído "La jalousie" (La celosía) de 1957, como la primera novela llegada a mis manos de Alain Robe-Grillet, no me quedó más ganas de emprenderla con alguna otra de él. ¿Habrá alguna más buena que aquélla?. ¿Pero quién se anima?. Este padre de la "escuela de la objetividad", recientemente fallecido, hizo que lamentara el dinero gastado en el libro. Dicen que Roland Barthes lo admiraba, no me extraña, los gustos de Barthes tampoco son los míos.
Algo parecido me pasó con "Ferdydurke" de Gombrowicz y "Boquitas pintadas" de Manuel Puig, me desanimó para intentar leer algo más de ellos.
El mundo mecánico que proponen tanto Robbe-Grillet como Gombrowicz, desde otro punto de vista, no funciona de esa manera, los objetos no cuelgan del universo, sin una mano consciente que los desee y los contenga; y desde luego los fabrique. En esta sociedad, objeto-conciencia funcionan como una sola cosa. El objeto no existe, sin la ambición del ser humano para poseerlo; más en esta sociedad de consumo, pos revolución industrial, la única revolución que triunfó.
J. C. Conde Sauné

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