martes, 11 de febrero de 2014

Hoy se cumplen 20 años de la muerte de Julio Cortázar. A mí este recuerdo, me sume en unas variadas reflexiones; por ejemplo cada vez que mi ánimo decae para seguir escribiendo y no poder publicar, me acuerdo de la carta dirigida a Jorge Carnevale (el 9-01-65), en la que elogia mi cuento "Tríade" publicado en la revista "Cero", en la cual colaboraba. Y agregando, que siempre le iba a gustar leer lo que yo publicara. A pesar que Carnevale me dio la dirección, nunca me animé a escribirle y ningún cuento posterior me parecía digno para que él lo leyera; tenía la impresión que lo iba a defraudar. Pero sí en cambio me sirvió, ése su elogio, para no abandonar jamás, salvo períodos cortos, mi fe y mi vocación de escritor. Y bueno, publicar siempre es harina de otro costal, pero seguiré intentándolo ahora con más tiempo.
Después viene, la valoración de los intelectuales y algunos bisoños escritores sobre Cortázar: su vida, su estilo y sus ideas políticas. Sobre esto último, uno lo valora por la obra importante que dejó y que tuvo la sensatez de no convertirla en panfletaria. Tampoco coincido, con algunos artículos que leí, en esa idea de juego que se le da a su técnica narrativa. Creo que lo más fascinante en Cortázar, además de su estilo, es su imaginación sin límites previsibles. Él mismo aseguraba, que nunca sabía adonde lo iba a llevar un cuento. Creo que esa libertad expresiva, se la debe al jazz, su música venerada y no tanto al surrealismo como afirman algunos. La creación de Cortázar es tan volátil como imprevista. A mí, hay muchos de los cuentos, menos mencionados, que me gustan mucho: "Cambio de luces", "Fin de etapa", "Deshoras", "Los buenos servicios", "La puerta condenada", "Axolotl", "La noche boca arriba", "Liliana llorando", "Verano", "La salud de los enfermos", "La señorita Cora", "Ómnibus" y "Carta a una señorita de París"; para citar algunos de los infrecuentes, desde luego que también: "Casa tomada", "Final del juego" y "Cartas de mamá". Pero en casi todo lo que escribió Cortázar, siempre se nota una rara perfección, aún en cuentos menores como "El móvil", por ejemplo.
En lo que concierne a su labor de novelista, antes de "Rayuela" ya "Los premios" con "Adán Buenosayres" y "Los siete locos" eran las mejores novelas contemporáneas que había leído por aquí. "Rayuela", como toda creación de ruptura, tiene baches (aunque confieso que debería leerla de nuevo) en el sentido que hay partes que considero superfluas. En "Los premios" no sobra ni falta nada. Aparte de lo original, de mostrar en un tour de crucero la gran trampa argentina en donde, como decía Mel Brooks, lo falso es lo verdadero. El barco es como el país, una maravilla, pero permanece varado y no va a ningún lado. Podría haberla escrito en los años 90, pero también era evidente en los 50 que fue, probablemente, su época de gestación.
Cortázar nos marcó, a casi todos los que empezamos a escribir por los años 60. En el caso mío, puntualmente, es bastante raro porque casi todo lo que escribo no llega a lo fantástico; sin embargo tengo una gran veneración por los escritores que transformaron lo cotidiano en algo deslumbrante y a veces insospechado. Creo que su influencia, por lo menos en mí, se debe como dije antes, en romper los límites de una literatura demasiada atada a veces, salvo Arlt y Marechal, al cliché y a prejuicios de modas o academias. Cortázar nos enseñó, que los límites los pone uno en el momento que lo cree oportuno y no cuando los códigos literarios, el mercado editor lo impone o la enseñanza oficial lo indica. !Qué lejos quedaron aquellas clases de literatura, en el secundario, con Lugones, Banch, Capdevila y Manuel Gálvez¡
Amado cronopio descansa en paz, tu legado ha sido comprendido por los que contra viento y marea, aún, creemos en la literatura.
12-02-2004     *     J. C. Conde Sauné                  

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