jueves, 12 de junio de 2014

John Dickson Carr (1906-1977), escritor norteamericano, vivió casi veinte años en Inglaterra y allí fue conocido como uno de los escritores importantes de la trama policial; fue autor de los clásicos "Hasta que la muerte nos separe" y "El hombre hueco". Confieso que, hace muchos años, sólo había leído de él "El ocho de espadas". ¿Era una buena novela? La verdad que ni me acuerdo. Pero sí doy fe de la que leí ahora, es muy buena; se trata de "Fuego que quema" de la colección de "El Séptimo Círculo" publicada en 1967.
Esta novela se desarrolla en Londres, en la época previctoriana. Su protagonista es John Cheviot, detective de Scotland Yard de la época presente. Es un aficionado en estudios históricos, de cuando se creó la primera Scotland Yard. Imprevistamente, se ve inmerso en ese tiempo investigando un crimen. ¿Qué le pasó a Cheviot, entró en el túnel del tiempo? Al principio, uno cree que está ante una novela fantástica. Pero a medida que transcurre, todo se torna real y el final lo dirá todo. Pero allí está investigando el asesinato de Margaret Renfrew, una dama de la sociedad a quien él cree conocer; lo mismo que a Flora Drayton, una viuda de la cual Cheviot se enamora. El crimen de Margaret, ocurre en un pasillo cerrado de un salón de baile que organiza Lady Cork, una dama adicta a las fiestas y los agasajos. La investigación que Cheviot dirige, cuenta  con un personal poco capacitado y con una pericia forense, que harían reír a los de CSI a más no poder. Un médico que saca la bala del cuerpo de la asesinada, sin ningún recaudo moviendo el cuerpo hacia un salón cerrado y depositándolo sobre una mesa; todo para no alarmar a los invitados al baile que siguen con su jolgorio, aunque luego serán interrogados. Hechos inadmisibles, para la época a la que pertenece Cheviot; él se arregla como puede y descubre al asesino. Corre con la ventaja de estar formado en otra escuela.
La ficción me atrapó, porque es interesante la descripción de los personajes de ese período; en los albores de Scotland Yard. Por eso siempre considero valiosas, a estas novelas que no son un simple entretenimiento como algunos versados literatos suponen. Al final del libro hay unas notas muy interesantes, donde el autor comenta cómo se documentó para describir ese momento de su narración. Menciona a su amigo Douglas G. Browne, por su libro "The Rise of Scotland Yard: a History of The Metropolitan Pólice". Datos sacados de los periódicos, aparte de un relato allí encontrado sobre Lady Cork; uno de los personajes atrayentes de su novela.
J. C. Conde Sauné 

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