¡Oh poesía tu eterno oficio!
Venciendo al tiempo y a la ignorancia;
intentando detener la mano del verdugo
y sintiendo que lo sublime, también,
está al alcance de la mano.
Poesía: palabra, sonido, música, imagen,
ensueño y tibieza de la mujer amada.
Soy tu eterno devoto,
viniste a mí y yo te cobijo.
Permanecerás aquí, a mi lado;
hoy, esta noche y los días que se sucedan...
J. C. Conde Sauné
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