Entró en la casa, casi como un autómata. Deshizo el nudo de la corbata y la ató en el respaldo de la silla.
El gato lo contemplaba, mientras movía la cola y empezaba a jugar con el extremo de la corbata. Afilando las uñas, le sacó algunas hilachas.
Él lo miró, maravillado por su destreza. Luego lo alzó cariñosamente y le dijo: "¿sabés una cosa Mishio? Vamos a correr la coneja. Fue mi último día de trabajo en el Banco. Hubo reformas y me despidieron".
J. C. Conde Sauné
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