martes, 14 de octubre de 2008

EN EL BONDI ( 9 ) Memorias de un pasajero

Todo hace pensar, que en la zona norte habita gente de otro linaje, al menos eso creen algunos. Venía sentado, en un asiento de lado al pasillo, en el colectivo 60. Durante el viaje, en Callao y Corrientes, empecé a luchar con el pasajero que estaba al lado de la ventanilla, todo gordo él y leyendo "La Nación". (Y no tengo, aclaro por si las moscas, nada contra "La Nación", salvo que no es para leer en el bondi). Cada vez que daba vuelta una hoja del diario, me rozaba la mejilla y la oreja, además de no ceder ni un palmo del asiento que no le pertenecía. Aguanté un rato, luego le dije que me molestaba con el diario y tuviera más cuidado. No me hizo caso y siguió en las suyas. Entonces con manotazos, empecé a sacarme el diario de encima. Sabía que emplear palabras y dialéctica, con el orangután ilustrado, sería inútil. Fue una lucha sorda y feroz: embestida con el diario y manotazos y miradas echando fuego. Al fin gané la batalla o el lector del diario no quiso leer más, aparte que en la contienda, algunas hojas del diario habían quedado arrugadas. El tipo bajó en Palermo, mordiendo un "permiso" con desgano. Me sentí a mis anchas y me puse a observar a los pasajeros, como era mi hábito. Ahí fue cuando descubrí a una chica, muy linda, que comía una empanada haciendo equilibrio de pie, mientras desparramaba unas migas encima de un señor que estaba sentado, cayéndoles dentro de un libro que leía. Éste miró hacia arriba y vio a la chica masticando y desparramando migas. También fue un diálogo mudo, como diciéndole "sos muy linda, bellas piernas y culito, pero sos una chancha mal educada". La chica acusó el impacto y se corrió en el pasillo, ahora las migas de la interminable empanada (¿o era otra?) le caían a un muchacho arriba de la cabeza, él la miró dos veces y luego le dio el asiento. La chica agradeció con un mohín y escarbando la bolsa sacó otra empanada. Seguí en el 60 hasta Belgrano y me interné, luego de bajar, en el barrio chino, de vez en cuando me gusta pasear por ese barrio. Me regocijaba pensando, que sería lindo comprar comida china y comerla en el 60, de regreso a casa, desparramándola a otros pasajeros sentados; como para estudiar otras posibles reacciones, no estaría mal.


J. C. Conde Sauné

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