martes, 17 de febrero de 2009


Como digo a menudo, leer lo deseado es infrecuente y azaroso. Encontré en las mesas de saldos, una antología esencial de Silvina Ocampo. Siempre había leído cosas sueltas de ella y por una razón u otra la fui dejando de lado; por suerte, aclaré que no tengo prejuicios literarios.
Su figura quedó siempre opacada por Borges y Bioy, su marido. En esta antología, Silvina Ocampo denota ser una creadora de fuste; hay verdaderas obras maestras en sus cuentos, ejemplos: "El corredor ancho del sol", "La propiedad", "Los objetos", "La boda", "La paciente y el médico", "El pecado mortal" y "Las invitadas".
Su poesía tiene lo diáfano y lo coloquial del primer Borges, que quizás la influyó. Destaco: "Epitafio de un náufrago", "La dicha", "Diálogo", "Sonetos en la línea de una mano", "Advertencias vanas" y "Espera".
Siempre me hago esta pregunta: ¿cuánto más le quedará a uno por leer, en el tiempo que resta? A veces optando, este libro sí aquél no, sólo por intuición.
8-03-2005  *   J. C. Conde Sauné

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