miércoles, 6 de octubre de 2010

Cuando se está a punto de dejar un libro, pero se sigue adelante, es evidente que esperamos algo de él. Me acaba de pasar con "Cerrado por melancolía", cuentos de Isidoro Blastein (1933-2004).
El primer relato "Última empresa", abunda en reiteradas descripciones, que hacen abrumador un buen tema: el embaucador argentino que saca buenos dividendos con los incautos. El cuento, por el sentido del humor y los personajes, se llega a rescatar. Lo mismo sucede con "Adriana sabiendo la escalera", donde la emprende con la desdibujada y abusiva figura de un padre. Un tema muy actual, sin llegar a conformar del todo, se deja leer. Otra vez la trama y los personajes salvan al cuento.
Blastein lo arrastra uno, a su juego narrativo. De alguna manera, es un logro del autor. Pasa por la excelencia: "A mí nunca me dejaban hablar" y "Cerrado por melancolía", donde se juntan la frustración, una suerte de revancha, el abandono y la entrega a lo que venga; también algo muy típico de nuestra idiosincrasia.
"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos" (tomado el título de un poema de Pavese), me parece el más flojo del libro, hay buenas intenciones pero quedan sólo en eso; lástima el título prometía.
Y quedan: "¿El sol, Sr. Beltrán?", en la línea de lo aceptable y "El total", también prometía mucho por el tema, pero otra vez lo reiterativo y pesado del relato, le juega en contra.
No leí mucho de Isidoro Blastein, sólo algunos escritos sueltos. Noto a vuelo de pájaro, una gran capacidad de observación y de analizar las circunstancias y realidades que afrontan los personajes. Una suerte de literatura forense. Más en "El total", donde la trama se desarrolla en un hospital y aquéllos son diseccionados, hablando en un sentido metafórico.
Para concluir, creo que no es fácil leer a Blastein y pienso que quizás, eso se deba a la opacidad de su estilo; pero si no se abandona el libro, el interés está latente.
J. C. Conde Sauné

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