viernes, 20 de febrero de 2015

La marcha del 18F no fue, como piensan en las esferas del gobierno, algo que se pueda vincular a la oposición o al poder de los fiscales, que fueron quienes la convocaron. Es una marcha por la indefensión en la que vive la ciudadanía. Una parte de ella ha tomado conciencia, que se avanza hacia un dogmatismo ideológico, en donde no estar de acuerdo con lo que narra el oficialismo, es ser golpista o desestabilizador. Cuando lo que se quiere, es que se respeten las ideas no concordantes. Yo no pensaba escribir sobre esto, porque no fui a la marcha; aunque la entiendo y la respeto.
La muerte del fiscal Nisman, es una de las tantas, acaecidas en el país, en circunstancias dudosas y otras que nunca fueron esclarecidas. ¿Adónde está la falla? Las respuestas las tendrían que dar los gobiernos, éste y los anteriores. Respecto al acontecimiento, tres hechos me llamaron la atención, cuando ese día salíamos del edificio para hacer unos mandados, una vecina con la que siempre cambiamos sólo un saludo, nos confesó que se iba a la iglesia a rezar y de allí se iba a la convocatoria; nos dijo que llevaba un paraguas por las dudas. Después ya en el acto mismo, que vimos en el noticiero, un padre con su hija adolescente, manifestó que estaba allí para tratar de mejorar el país que le dejaba a su chica. Y otro muchacho de veinte y pico de años, expresó que había ido porque quería ver si, entre todos, se podía mejorar un poco lo que estaba sucediendo; sí aunque sea un poco, volvió a repetir. Y no era gente adinerada, eran personas de trabajo que son las que todavía sostienen al país y otras, de más edad, que también lo dieron todo en sus años de labor. ¿El poder se habrá dado cuenta de tal cosa?
Así estamos, personalmente, cada día me siento más escéptico de que ocurra algún cambio para bien; ojalá me equivoque, lo digo con total franqueza.
J. C. Conde Sauné 

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