viernes, 26 de junio de 2015

El escritor uruguayo Felisberto Hernández (1902-1964), fue un escritor "rara avis"; de ésos que no se los pueden encasillar en ningún canon o escuela. Supuestamente descuidado y que prestaba poca atención al estilo. Italo Calvino lo definió como un francotirador, que no obedecía a ninguna regla de narración; pero lo admiraba.
De él volví a leer, el "tomo 2" de sus obras completas; el único que tengo, editado por "Arca/Calicanto" en 1982 (Uruguay). En el primer relato del libro "El caballo perdido", él pareciera refutar a Proust, en la recuperación completa del tiempo y la memoria. A pesar de lo reiterativo, en el desarrollo de la trama, logra demostrar lo que se propone. Su personaje (quizás él), un chico que estudiaba piano no logra, tiempo después, recordar nítidamente a su profesora Celina. Sólo visiones fugaces de su brazo descubierto y algunos objetos de la casa, que varían según las veces que los evoca. Es como un caballo que vio en su niñez, supuestamente perdido, y que luego la memoria lo recobró llevando un carro. Mi anterior lectura lo tomaba como un cuento bueno, ahora me pareció magnífico; logró convencerme. Después vienen los cuentos de "Nadie encendía las lámparas"; este primer relato, "El balcón" y "Menos Julia" me parecieron admirables. En ellos los objetos cobran vida e interaccionan con los personajes. Los restantes: "El acomodador", "La mujer parecida a mí", "Mi primer concierto", "El comedor oscuro", "El corazón verde" y "Muebles El Canario"; éste último desopilante, conservan mi admiración. En cambio "Las dos historias", me resultó el menos logrado.
Luego viene otra narración deslumbrante, "Las Hortensias". En ella Horacio, su personaje, arma como unas pequeñas historias con sus muñecas. Su preferida se llama Hortensia; como el segundo nombre de su mujer, María Hortensia. Ésta entra en el juego, hasta que descubre que su marido la traiciona, con su muñeca Hortensia. En otra parte de la trama, lo atrae otra muñeca llamada Eulalia, pero un sirviente le dice que se parece mucho a una espía que él conoció y ya no le cae bien. ¿El autor se ríe de si mismo? Se sabe que Hernández estuvo casado, un año, con una espía soviética sin saberlo. Lo leí y me gustó mucho su sentido del humor.
Luego vienen los "Textos afines". Aquí hay otro cuento descollante, "El árbol de mamá" y un original previo del mismo con otro desenlace, que también me pareció muy bueno. Igualmente "En la sala de la señorita Celina", también un original previo de un pasaje de "El caballo perdido"; un logrado relato corto. Lo mismo que, "He recordado a mi familia", que corresponde a un pasaje breve de "Mi primer concierto en Montevideo" y "Cuando yo tenía nueve años, que podría tratarse de un bosquejo de "Menos Julia"; que resulta un cuento breve maravilloso. El resto de los "Textos afines", son asimismo dignos de leerse. La presencia y la labor de un gran escritor, están presentes. Me gustaría encontrar y leer, los otros dos volúmenes; razón por la cual conservé este "Tomo 2".
J. C. Conde Sauné      

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