jueves, 10 de julio de 2008


Casi siempre entro en "La Zona", la librería de canjes y usados. Después de ir varias veces, recién hace dos semanas, me fijé como se llama. Caminaba por San Martín y antes de llegar a Alsina, aquí en Quilmes y por la vereda de enfrente, descubrí el nombre arriba, sobre la puerta de entrada. Conseguí en este entrar y recorrer anaqueles, "Ley de juego" de Miguel Briante. A Miguel, fallecido en 1995, lo conocí cuando estudiaba en el Instituto de Lenguas y Culturas, él periodismo y yo literatura; siempre nos recriminaba, solíamos reunirnos en un viejo café de la Avda. Entre Ríos, que algunos de nosotros no siguiéramos periodismo y le extrañaba muchísimo. Yo no podría explicar, porqué nunca expondría mi palabra en un empleo. Respeto el periodismo, pero me gusta escribir como quiero y como puedo, como decía Chejov. Además, nunca me vi escribiendo con un jefe de redacción, apurándome para sacar una nota, que por ahí ni me interesa.
También, a veces, lo encontraba en algunas reuniones que hacía "El escarabajo de oro", con su pope Abelardo Castillo, en el Tortoni; o en ciertos encuentros literarios en la casa de alguien, donde abundaban whiskys y discusiones de todo tipo. Años más tarde, lo volví a encontrar en la Editorial Abril, él trabajaba en la revista "Panorama" y yo en Contaduría, aunque hacía alguna que otra traducción del francés para las revistas. Cuando nos encontrábamos, me decía a los apurones: "venite un rato por el café y charlamos, se refería al "Bar Baro" en Tres Sargentos.
Nos había sorprendido a los veinte años con "Las hamacas voladoras", un libro de relatos muy bueno. Después, salvo artículos periodísticos, no volví a leer nada de él. Y ahora me encuentro con "Ley de juego", libro de relatos, que conforman casi una novela, porque sus personajes se entrelazan y toman vuelo propio en alguno de ellos. Hay cuentos que me gustan más: "Capítulo primero", "Último día", "Hombre en la orilla" y "Habrá que matar los perros". Los otros, de los doce, sobresale "A lo largo de la calle que da al río", casi una "nouvelle" aparte.
Además, de los libros nombrados, tiene una novela "Kincón" (1975) que no leí; su obra no es abundante, pero sí en el periodismo.
Leyendo estos relatos, creo que Miguel debió dedicar más tiempo a su obra literaria, tenía talento.
J. C. Conde Sauné

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