jueves, 8 de julio de 2010

Siempre me preguntaba, porqué razón no había leído "Madame Bovary". Quise leerla en la adolescencia, cuando era socio de la Biblioteca municipal de San Isidro y devoraba libros de Balzac, Maupassant, Dumas padre e hijo, Poe y Chejov, entre otros. Quise sacarlo más de una vez, pero el bibliotecario, un viejo fascista, sospecho, me decía que no estaba disponible. Ya antes, me había negado "Les fleurs du mal", porque no la consideraba una lectura adecuada para un menor. Me ofreció en cambio "Salambó", también de Flaubert; una novela histórica que abandoné a las pocas páginas. De ahí en más, perdí interés por Flaubert. Después mis gustos , fueron hacia lo más moderno de la literatura francesa: Camus, Sartre, Simone de Beauvoir, Paul Eluard, Claude Simon y Michel Butor. Sobre todo, cuando estudiaba francés y empecé a leer en ese idioma y en esa tanda cayó "Trois contes", de los cuales recuerdo "Un coeur simple" como un cuento memorable de Gustave Flaubert.
A principios de abril estuve en Mar del Plata y como siempre, en el lugar que me encuentre, visito las librería de usados. Y allí me esperaba "Madame Bovary", aunque en español y no en francés como me hubiera gustado. Pero igual la adquirí, leyéndola cuando regresé a Quilmes. Estando en Mar del Plata me resultaba difícil, como buen pisciano el mar es mi pasión. No puedo agregar mucho, a lo que se dijo sobre la novela de Flaubert. Es una obra maestra sin duda, que debió soportar un proceso por ultraje a la moral pública y religiosa y las buenas costumbres, en enero-febrero de 1857; no obstante los cortes prudentes antes de su aparición, pero luego fue absuelto. Lo que sí me asombró, a pesar de lo previsible de la trama, que gira alrededor del adulterio de Emma Bovary y que por momentos se inclina hacia el culebrón, es la solidez conque está armada y el rigor narrativo; eso es, precisamente, por lo que no es una novela más. Vive en la novela, casi toda la sociedad normanda y es practicamente un estudio social, bajo el pretexto de un adulterio. El autor logra, que un personaje egoísta y sin escrúpulos, como Emma, sea digno de conmiseración en su suicidio.
Suerte haberla encontrado, suerte haberla leído. ¡Ah! ¿Debería volver a "Salambó"?
30-04-2006 * J. C. Conde Sauné

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