martes, 28 de febrero de 2012

"Luce rosso detenere lo trene, luce verde porta via lo trene. ¿Carlo, va bene?" Va bene Tomasino, remedaba yo que todavía no había terminado el primario y le estaba tomando examen a Tomasino, el sobrino de una vecina nuestra. Él hacía unos meses que había venido de Italia y quería entrar como motorman en el Ferrocarril Mitre. Tenía que dar un examen y le enseñaba a expresarse en castellano; aparte de tomarle la lección con el manual en mis manos. Rosa, su tía, previa conversación con mi madre, me lo había pedido y yo lo ayudaba. Después aprobó el examen y entró a trabajar como motorman. Para agradecer mi ayuda, me llevó un día ida y vuelta, en la cabina de comando donde él manejaba, desde Las Barrancas hasta Tigre. Para mí, fue algo increíble. También, alguna vez lo confesé, mis ganas de entrar a trabajar en el ferrocarril, cuando fuera grande. Mi padre, siempre hablaba bien de los trenes y toda vez que nos mudábamos, por su trabajo, trataba de alquilar algo cerca de la estación. Cuando yo nací, vivían a seis cuadras de Constitución. En Martínez, donde luego nos mudamos, en tres lados distintos, primero a cinco cuadras, después a tres y por último a siete. En Las Barrancas, enfrente, mejor que mejor y aquí en Quilmes a tres cuadras, pero hace bastante tiempo que no tomo el tren para nada.
El otro día vi en el noticiero, a raíz de una noticia policial, la estación Saavedra; allí bajaba yo para ir a mi primer trabajo, cerca del Parque Centenario. Me tomaba un micro en esa estación que me dejaba en Díaz Vélez y Campichuelo, cerca del trabajo. La imagen de abandono que ostentaba al estación Saavedra, era patética y más comparándola a como la había conocido en aquel tiempo.
El deterioro de los ferrocarriles no es de ahora, me animo a decir que empezó cuando los ingleses lo vendieron y el  estado se hizo cargo. Le daban subsidios a ellos, como ahora a los actuales concesionarios, pero el funcionamiento era óptimo. Durante el gobierno de Perón, se mantuvieron en esas condiciones un tiempo, pero de a poco se fue notando ciertas anomalías en el servicio, sobre todo en el cumplimiento de horarios; fue algo gradual. Con el supuesto gobierno "desarrollista" de Frondizi y su Plan Larkin, se clausuraron varios ramales, entre ellos el que iba al Tigre del Mitre; quedando sólo hasta la estación Bartolomé Mitre. Se completó el desguace, en los 90 con el gobierno "primer mundo", dejando a muchos pueblos del interior incomunicados y sin transporte.Vivimos en una continua fantasía y creemos que todo anda bien, hasta que la realidad nos apabulla: accidentes de tránsito, derrumbes de edificios... y ahora la tragedia del Ferrocarril Sarmiento. Y esto sucede, cuando un bien no se mantiene y controla debidamente. Ahora es inútil lamentarse y hacer un santuario para el medio centenar de muertos. Esa gente que viajaba para ir a trabajar o hacer algún trámite, no volvió a su casa. Más las secuelas de la gran cantidad de heridos. Para ésto, la palabra correcta es "desidia" y no accidente.
J. C. Conde Sauné    

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