viernes, 7 de septiembre de 2012

He leído muy poco a Charles Dickens. En mi juventud pasé de largo a "David Copperfield" y "Oliver Twist". Sólo leí, en alguna antología, alguno de sus "Cuentos de Navidad" y unos por ahí. El otro día, en una liquidación de libros, aquí en el centro de Quilmes, me llamó la atención el magnífico diseño de la tapa de un libro. Era "La casa de pensión y otros relatos" de Dickens, editado por "Aguilar" en España (1995). En realidad, son dos relatos más aparte del mencionado. El precio era accesible y lo compré. 
Me acordé, cuando abrí el libro para leer los tres cuentos, de una anécdota que contó una vez Abelardo Castillo. En el grupo del "Escarabajo de oro" había alguien que había publicado un libro y andaba detrás de todos para que lo leyeran. A Humberto Constantini le preguntó varias veces, hasta que aquél se mosqueó y le dijo: "no leí todavía a Dickens y querés que te lea a vos". Bajo esa premisa yo me aboqué a Dickens y a su libro, cuyo título original es "Sketches by Boz" (1936); sus primeros relatos usando el seudónimo de Boz. Son tres cuentos para atesorar. El primero "La casa de pensión", se abre en dos historias y podrían ser dos cuentos en uno. Con personajes que tejen sus fantasías y sus pasiones; conviviendo en esa casa que regentea la señora Tibbs, con un marido en actitud pasiva aunque amorosa con una doméstica. "Cosas del corazón" es un cuento romántico, pero de un romanticismo decantado. Su protagonista, señorita Brook Dingwall, hija de un diputado que la interna en una escuela, para alejarla de un pretendiente que no es de su nivel. A pesar de una trama previsible, cierra a la perfección y con un guiño irónico. En cuanto a "El velo negro", promediando su lectura me di cuenta que antes lo había leído, aunque no recordaba su final. Sus personajes principales, un médico recién recibido y una mujer extraña que solicita sus servicios, en una noche lluviosa, pero recién para el día siguiente; un cuento perfecto. Había que hacerle caso a Constantini, estaba en lo cierto.
J. C. Conde Sauné

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