martes, 27 de noviembre de 2012

El caso de Roberto Goyeneche, entre los cantores de tangos, es casi único. Es uno de los pocos que obvió la escuela gardeliana. Cantó, prácticamente, como si no lo hubiera conocido a Gardel. Su canto se asemeja más a un cantor de jazz, que a uno de tangos. Su fraseo es imprevisible, hay pausas espontáneas, dialogo con los instrumentos y hasta pequeños "scat"; sobre todo en su última etapa, cuando su voz había menguado.
Su trayectoria tiene cuatro hitos importantes. Uno con la orquesta de Aníbal Troilo. Antes había cantado con Horacio Salgán, reemplazando a Horacio Deval y era muy buen cantor, pero recién con Troilo encontró su estilo y su mote de "Polaco". Se comenta, que un día Pichuco esperaba que él terminara de charlar, con alguien, para comenzar el ensayo y Goyeneche no terminaba nunca; hasta que le dijo: "che Polaco dale, vení que empezamos de una vez". Y ahí le quedó el apodo. Después que dejó su orquesta, se volvieron a reunir más de una vez. En 1971 para grabar el LP "Te acordás Polaco" (título que aproveché para dedicarle un poema). Entre los temas que recuerdo estaban: "Fueye", "Barrio de tango", "Toda mi vida" y "Trenzas"; una grabación antológica. Otro tramo de su carrera, para destacar, fue junto al trío y la orquesta de Baffa-Berlingieri. Y también con la Orquesta Típica Porteña; si bien no figura en la tapa del disco, creo que los arreglos y dirección estaban a cargo de Raúl Garello. Y la última importante, para mí, con Atilio Stampone. Aquí su voz ya declina, pero mantiene la ductilidad y fuerza que siempre le fueron características.
El secreto de su éxito y perdurabilidad, a través del tiempo, es muy sencillo. Fue un cantor personal, manejó su voz con un oído envidiable. Contó una vez Néstor Marconi, que con otro músico le hicieron una broma, alterando el ritmo de una canción. Goyeneche los miró de reojo y esperó que la música avanzara y en dos saltos del compás, alargando y acortando los tiempos, volvió a acompañarlos con su voz. Otro mérito suyo, para destacar, fue la elección de los temas. Por lo general los cantores de tango, tienen un gusto pésimo para elegir los temas. Goyeneche se apoyó, casi siempre, en poetas de la jerarquía de Alfredo Le Pera, Homero Manzi, Pascual y José María Contursi, Homero Expósito, Cátulo Castillo, Enrique Cadícamo y Enrique Santos Discépolo, entre otros; lo mejor de lo mejor para un cantor de su talla.
J. C. Conde Sauné 

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