viernes, 9 de noviembre de 2012

En el nº 472 de "Ñ", se menciona que "El Buscador" anduvo por la librería "La Zona" de Quilmes. Le comenté, a uno de los dueños, el artículo aparecido en la sección de la citada revista; me dijo que una persona ya se lo había dicho antes. Pero que él y su socio, no tenían idea de cuando ese señor anduvo por ahí. Es una suerte de fantasma, que hurga libros usados en esas librerías. Casi por la misma fecha, o tal vez antes, yo también estuve huroneando por "La Zona". Me conseguí una perla que "El Buscador" no vio o le gané de mano.  El libro en cuestión: "Prosa" de Robert Frost, del gran poeta norteamericano. Dado a conocer por "Ediciones Troquel" (Bs. As. 1969), encuadernado lujosamente y con señalador. Hoy en día una rareza. Son quince ensayos que abarcan, entre los años 1924 y 1959. Con un compilado y prólogo de Hyde Cox y Edward Connery Lathem; y una muy buena traducción de Nina De Kalada y Alberto Girri. Son 136 páginas que las leí y releí volando; no hay desperdicio. En "La imagen que un poema crea", leemos: "Un poema puede ser trabajado una vez que ha nacido, pero no puede obligárselo a existir. Su cualidad más preciada seguirá siendo la de haberse desarrollado a si mismo, arrastrando consigo al poeta". 
Se decía de Frost que , en poesía, no se entusiasmaba fácilmente por ninguna moda, ni por ningún cambio de moda. En el comentario que le dedicó a la poeta Amy Lowell, acota: "Es absurdo pensar que el único modo de averiguar si un poema es perdurable es esperar y ver si perdura. El buen lector de un bello poema puede afirmar en el momento mismo en que este le impresiona que ha recibido una herida mortal; que jamás se repondrá de ella (...) No debe aguardar la prueba del tiempo".
Algunos de estos escritos, fueron conferencias dadas en algunas universidades, otros prólogos de algunos libros. En todos ellos, Frost demuestra la fluidez sencilla de sus poemas, extendido hacia la prosa. Decía que era imposible explicar un poema, si uno lo intentaba, iba a usar unas palabras distintas y de inferior calidad, desvirtuando el mismo. Este libro que definí como perla, por su presentación, lo es obviamente por su contenido. No creo que lo hayan editado de nuevo, si no lo hicieron, prepongo que lo hagan. Vale la pena.
J. C. Conde Sauné  

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