viernes, 20 de septiembre de 2013

Estuve releyendo "Bestiario", un poco a instancia de uno de mis sobrinos que me dijo resultarle poco claro el cuento "Carta a una  señorita en París". Para empezar todo escritor, sobre todo si maneja el género fantástico, requiere que respeten ciertos códigos, en los cuales el lector participa activamente. En el cuento emblema de este libro, "Casa tomada", algunos decían, conociendo la posición de Cortázar respecto al peronismo, que insinuaba la toma de casas por parte de gente adicta al régimen. Podría ser, pero para mí las presencias ocultas que empiezan a habitar en la casa, es la propia soledad de los hermanos que viven en ella y sus vidas sin un sentido trascendente. Incluso tiran la llave, cuando se van, para que a nadie se le ocurra entrar en ella. Este cuento admirable, deja un poco en las sombras a otros cuentos excelentes que tiene el libro como "Circe", "Bestiario", "Ómnibus"  y "Carta a una señorita en París". En este último, al protagonista que toma un departamento prestado, le ocurre también un hecho asombroso, como la de vomitar conejitos en ese departamento tan arreglado y prolijo. Yo no creo, como afirman algunos, que Cortázar idee un mundo de juegos sin límites; lo que no tiene límites en su mundo es la imaginación y para eso cuenta con la complicidad del lector agregando su propia inventiva. En el cuento que comentamos, como en "Casa tomada", es el lugar  de residencia lo que abruma al personaje, ya no son sombras o ruidos, ahora son conejitos que vomita y debe esconder. ¿Traumas en una vida difícil de sobrellevar?  "Entonces está el amanecer y una fría soledad...", dice el protagonista, antes de abandonar ese departamento de una manera abrupta y definitiva. En "Ómnibus", observé por ejemplo, esa costumbre muy nuestra de no desentonar con el resto de la gente, que se refleja muy bien en las mayorías políticas, las modas y las cosas cotidianas. Para el prejuicioso argentino medio, aún hoy en día, le cuesta comprender y aceptar al que obra y piensa de una manera diferente a la suya; y eso lo demuestra admirablemente Cortázar en "Ómnibus", un simple cuento fantástico, en el cual dos pasajeros diferentes, presionados, van a entrar en el redil comprando también flores porque todos los demás tienen su ramo. Puede ser que a otros, este cuento, les sugiera otros puntos de vista.
Como afirmara anteriormente, Cortázar es un creador que admite cómplices en sus tramas; de ahí lo fascinante de esta lectura, en la que incluyo también como buenos cuentos a "Lejana", "Cefalea" y "Las puertas del cielo".
27-02-2004   *   J. C. Conde Sauné

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