martes, 8 de julio de 2014

"La torre negra" (1975), es una de las primeras novelas de P. D. James. Aquí Adam Dalgliesh, de Scotland Yard, luego de estar internado por una enfermedad, quiere descansar y olvidarse del trabajo. Inclusive, duda si va a seguir ejerciendo su labor como detective. Recordó la carta de un sacerdote amigo de su padre, invitándolo a una aldea en la que vive. Él es allí capellán de un centro de salud, para gente discapacitada y ejerce su tarea como religioso; tiene además una pequeña vivienda, aparte del lugar citado. Cuando llega, a ese sitio, se entera que el padre Baddeley había fallecido en su casa once días antes; luego de estar hospitalizado y dado de alta por un problema cardíaco. Pide, no obstante, quedarse unos días y  recoger unos libros que Baddeley le ha dejado. En su escritorio, descubre un anónimo dirigido al padre y nota que ha sido violentada su cerradura, cuya llave no encuentra. Allí hay guardados unos cuadernos, donde Baddeley llevaba una especie de diario; curiosamente falta el último y empieza a barruntar que allí hay algo ilógico. Luego se entera de la muerte, tiempo atrás, de un paciente en su silla de ruedas por un raro accidente. Dalglieh se presenta, en la policía local, dándose a conocer sólo para informarse; pero tratando de no involucrarse. Allí le aclaran que todo fue normal, hay un certificado médico de defunción y el accidente en la silla de ruedas, cayendo por un desfiladero, fue un descuido del paciente ya que hay testigos que lo presenciaron. Hay otros hechos sospechosos que hacen que Dalglieh, a regañadientes, termine por inmiscuirse.
Al terminar de leerla, creo que ésta es una buena novela, pero que no está a la altura de "La sala del crimen", "Muerte de un forense" y "Una cierta justicia"; novelas de P. D. James, para mí, impactantes. Puede ser que la novelista, en "La torre negra", le haya dado a su personaje Dalglieh cierta indolencia preconcebida e inclusive dificultad para indagar los casos. Él mismo piensa que la enfermedad, acaecida por un error en el diagnóstico, le ha hecho perder su lucidez. Entonces ocurren baches en la trama, decayendo la tensión narrativa. Pero se deja leer, aparte esta escritora tiene un estilo notable. Este libro está editado en España por "Zeta (B.S.A.)" y muy bien traducido por M. José Rodellar. Un hecho llamativo, cuando me fijé quien había hecho la traducción, encontré esta nota debajo realizada por la editorial: "Ante la imposibilidad de contactar con el autor de la traducción, la editorial pone a su disposición todos los derechos que le son inalienables". Sentí que P. D. James podía haber usado este enigma, sin resolver, para una ficción.
J. C. Conde Sauné      

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