lunes, 29 de febrero de 2016

"April is the cruellest month,..", manifestaba T. S. Eliot, en el  comienzo de su emblemático "The Waste Land". Pero para mí, el mes más cruel es Febrero. Cuando era chico, comenzaba Febrero y ya me ponía a pensar que, en un mes, había que ir a la escuela. Antes del primer grado, yo había aprendido a leer y escribir. Y la escuela, en mi ignorancia, me resultaba aburrida. Prefería seguir jugando y leyendo todo  lo que me gustaba. Ya grande, cuando trabajaba, sabía que en Febrero no quedaba nada del aguinaldo y tenía que esperar hasta junio.
Ahora sé, que ayer, pasó un año más en mi vida y tengo un año más. ¿Hay una razón para festejarlo? Aparte festejándolo, se toma conciencia de que hay un año menos. Pero no hay más remedio que hacerlo; las costumbres son las tradiciones. Y los festejos son un clásico, por eso con Malen nos mandamos unos buenos ravioles de ricota y unos vasos de sidra, con una botella que había quedado de la Navidad pasada; y unas frutas de postre.  Bien sencillo el festejo; una manera sabia, de no darle importancia al paso del tiempo. 
Prefiero hablar de eso y no hacer conjeturas, de cómo nos va a ir en el país este año. Eso se lo dejo a los periodistas expertos, economistas, encuestadores y demás avispados que, en ese rubro, tienen más imaginación que yo. ¡Bonne chance! Empecé en inglés y termino en francés. ¡Vaya hombre erudito, diría Borges!
J. C. Conde Sauné

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