martes, 18 de diciembre de 2007

El piano suena con lenta parsimonia y extiende su sonido quedamente, como si le costara recobrar el aliento.
Me agrada escuchar estos tangos en una grabación rara y casi olvidada por los difusores del tango, esa raza de persistentes repetidores de grabaciones de mal gusto y criterio. Hasta en eso el jazz es distinto, los que lo difunden seleccionan mejor el material y conocen bien el género; nunca hubo en el tango un Basualdo o un Walter Thiers, para citar sólo algunos. Además las grabadoras cuidan mejor el sonido; en las grabaciones de tango, sobre todo las más distantes, aquel es casi siempre malo.
También, en el jazz, quizás más estimulados por el público, los pianistas hicieron grabaciones en solos de piano, ejemplos: Jelly Roll Morton, Teddy Wilson, Mc. Coy Tyner, Bill Evans, Michel Petrucciani y otros. En el tango, una música tan rica en creación, resulta bastante raro que ocurra. Por eso, escuchar a Lucio Demare en solos de piano resulta maravilloso. El autor de "Malena", "Dandy", "Mañana zarpa un barco" y "Sentimiento tanguero", entre otros, recorre con una sencillez de expresión, que recuerda mucho a Teddy Wilson, aquéllos sus tangos y otras excelentes interpretaciones como "Nunca tuvo novio" o "Divina". Para usar una palabra de moda, que a mí mucho no me gusta, estos "standars" del tango creados por Agustín Bardi, Juan Carlos Cobián, Joaquín Mora y Demare mismo, no tienen nada que envidiar a Jerome Kern, Irving Berlin o Gershwin.
Queda en los oídos resonando "Divina", último tema de este CD. El tango, a pesar del tiempo transcurrido y mi devoción hacia el jazz, sigue siendo mi música.
J. C. Conde Sauné     


 

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