jueves, 6 de diciembre de 2007


Hablando de infancia y también de adolescencia: ¿qué cosas perduran en nosotros a través del tiempo?
Esa rueda, en continuo movimiento, hace que dejemos atrás en rauda marcha infinitas cosas.
Canjeando libros, recuperé, por ejemplo, a Conrad, leído en mi adolescencia mal y apurado. No estaba al lado de los narradores que sigo queriendo desde aquella época: Balzac, Poe, Chéjov, Maupassant y Dostoievski. Me reencontré con Conrad, sólo unos pocos años atrás, cuando leí "La línea de sombra" y luego "Lord Jim" y ahora "El corazón de las tinieblas". Uno siente que no supo ver, en su momento, por atolondrado, la grandeza de un escritor notable. Es cierto, que Borges siempre había ponderado a Conrad; pero frecuentemente, solíamos rebelarnos contra la suficiencia intelectual de él.
A veces, creo que sería bueno volver a libros que dejamos de lado, por no interesarnos o que fueron leídos sin dejar huellas en nosotros. Borges, cuando no, decía que, a menudo, no estamos preparados y dispuestos para leer determinados libros. El tiempo puede ser que haga ese milagro, de que nos volvamos a encontrar con ellos. ¿Me pasará con alguno que canjeé en el Parque Rivadavia?
30-04-2000 * J. C. Conde Sauné

No hay comentarios:

Publicar un comentario