martes, 9 de marzo de 2010

La noche se detiene, pero el péndulo empecinado del reloj sigue oscilando. Lo veo mientras escribo: oscila entre la noche y el alba. Oscila hacia el vacío del tiempo, que avanza sin detenerse, obsesivo, pertinaz y casi caprichoso.
Pienso esto, en mi otro año cumplido; como aquella vez que mi madre escuchó mi llanto al nacer y fue feliz, según me contó.
Nací en el año, que Alfonsina avanzaba hacia el mar, también sin detenerse y César Vallejo dejaba este mundo tan poco humano, salvo por su poesía que lo hizo rescatable: "La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios, / curvado en tiempo, se repite, y pasa, pasa / a cuestas con la espina dorsal del Universo".
28-02-2010 * J. C. Conde Sauné

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