lunes, 15 de marzo de 2010


Un cronopio se para en una esquina y piensa: "por aquí ha de pasar la dicha".
Espera diez minutos, luego otros diez; así, hasta permanecer dos horas parado en esa esquina.
Entonces decide irse, recapacitando: "la dicha no pasó, pero tampoco el pesar".
Reconfortado por ese pensamiento, se fue a su casa, comió, se acostó y soñó con calles interminables que no tenían esquinas.
J. C. Conde Sauné

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