viernes, 7 de diciembre de 2012

Un primo de mi padre, que había vivido en Portugal y luego en Brasil, solía comprar una revista brasileña; creo que era "O Cruzeiro". Allí  aparecían unos relatos de José María Eça de Queiroz (1846-1900), un escritor portugués que yo leía con sumo placer; siempre tenía en deuda leerlo de nuevo. Ahora me conseguí "El mandarín", un libro que consta de cuatro cuentos; incluido el que le da  título al libro. El primero, precisamente "El mandarín", es un relato fantástico en el cual la trama se extiende en forma excesiva, pero se deja  llevar. Luego viene "El tesoro", el tema, como en el anterior, es la ambición; también lo leí con placer. El tercero, "Memorias de una horca", es el mejor para mí. En una fantasía narrativa, un ilustre roble habituado en el bosque al canto de los pájaros y la naturaleza toda; se ve mutilado para llevarlo a un patio, en donde servirá como poste para adosar una cuerda y convertirlo en horca. Cumpliendo así el triste cometido contrario a la vida, la muerte. Es un cuento triste, pero maravilloso y en donde ese pobre roble, ahora una horca, escribe sus memorias. Me hizo acordar a otro cuento notable, "El maizal" de Cesare Pavese.
Y cierra el libro "La catástrofe", una invasión que sufre Portugal, posiblemente la napoleónica; aunque en el cuento no se menciona y la escasa preparación para resistirla. La amargura del país ocupado y la desazón que conlleva toda guerra. Esta narración, a veces suena a declamatoria; pero es una enérgica crítica al gobierno de Portugal y al pueblo esperando algo de él, sabiendo a todas luces, su ineptitud. Esto es lo rescatable, de este último relato. Me gustaría leer algún  otro libro de Eça de Queiroz. Portugal me resulta familiar. Mi padre si bien era español, había nacido en Ourense, vivió en su adolescencia y parte de su juventud en Portugal y siempre me contaba sus andanzas en ese país.
J. C.Conde Sauné

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