lunes, 11 de noviembre de 2013

Entre tantas cosas que emprendí en mi vida, cuando tenía veinte años y pico empecé a estudiar trompeta. Tomé esa decisión, el día que vi a Kenny Dorham tocarla aquí en Buenos Aires. Me compré una trompeta "Regent" usada y fui a un profesor que me habían recomendado. Demás está decir que se me hizo cuesta arriba. El profesor vivía en Villa del Parque y yo, en esa época, en Berazategui. Podía ir sólo los sábados porque los demás días trabajaba. Por otra parte, no sabía solfeo ni teoría musical. El profesor me hizo comprar dos libros, el "Método Bona" para solfear y la "Teoría de la música" de Alberto Williams. También tuve que adquirir los métodos Gatti y Arban para tocar la "trumpet". Tenía que estudiar parejo, porque para avanzar con ambos métodos, debía aprender antes solfeo y teoría en forma casi paralela. Estudié, aproximadamente, dos años y medio y dejé. El trabajo, leer, escribir y encima estudiar música me dejó extenuado. Me dio pena, porque había aprendido a sacarle a la trompeta un sonido nítido y preciso; para eso ensayé casi un mes sólo con la boquilla. A  mi profesor, curiosamente, les gustaban más los trompetistas blancos: Chet Baker, Bobby Hackett, Harry James, Pete y Conte Candoli. Un día, como al pasar, le pregunté y me dijo que les gustaban los trompetistas que sonaran bien sin "dirty" y tecnicismos excesivos. Un poco discutible, Kenny Dorham y Fats Navarro, en ese entonces, tenían esos requisitos; pero no dije nada.
Una vez sucedió algo jocoso, cuando llevaba estudiando sólo tres meses, me encontré en la estación Berazategui con Cacho Tirao y al verme con la trompeta me preguntó si estaba disponible para tocar. Él estaba armando un conjunto y necesitaba un ejecutante. Yo lo conocía, porque sus padres vivían cerca de nuestra casa. Le dije que me tenía que esperar algunos años, porque recién empezaba a estudiar; se echó a reír con todo. Otra vez, un tiempo posterior, lo encontré de nuevo y me dijo que iba a tocar con el quinteto de Piazzolla. A pesar que, en ese momento, el quinteto de Astor me entusiasmaba poco, lo fui a ver con Cacho tocando en él. Era un excelente guitarrista y anduvo bien en el quinteto; una lástima que muriera, cuando aún podía deleitarnos con su música.
De todas maneras, mi estudio no fue del todo fallido. Ya que aprendí a educar el oído y a valorar mucho más la buena música; sobre todo el jazz. Siempre pensé, que el gusto por el arte es algo que se ejercita y a medida que uno aprende, se lo puede disfrutar mucho mejor. La vida, en todos los órdenes, es un eterno aprendizaje. Se preguntarán por mi querida "Regent", un día en apuros, la vendí; hoy me conformo cantando y silbando.
J. C. Conde Sauné

No hay comentarios:

Publicar un comentario