Una tarde
soy feliz de acordarme,
de ver a un micro,
repleto de chicos,
subiendo alegre
por la cuesta aledaña
de la Plaza de Mayo...
De gente sentada en sus bancos
disfrutando, quizás, el último
sol de otoño; y a otros apresurados
por retornar a sus casas...
En este viernes
navego por la vida,
con la plenitud
de creerme el único mortal
que se acordó de todo.
J. C. Conde Sauné
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