Siempre pienso: cuando escucho a Billie Holiday, su voz produce una rara sensación en mí; por un lado me estremece y provoca una gran inquietud, sintiendo la desdicha ajena y por otro me hace feliz, al comprobar que en este mundo tan poco afecto a los sentimientos, uno puede llegar a conmoverse. Y es entonces, cuando la voz maravillosa de Billie canta "You're my thrill" o "God bless the child", en una de las tantas versiones que hiciera, por ejemplo ésta que estoy escuchando ahora, acompañada por la orquesta de Gordon Jenkins; siento que ella venció la apatía del mundo, este mundo mediático y manipulador de música banal hecha para el olvido, ¡Thanks forever Billie!.
J. C. Conde Sauné
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