martes, 30 de diciembre de 2014

El domingo que pasó, compartí el ascensor con una vecina del edificio en que vivimos. Hacía tiempo que no la veía y le pregunté cómo andaba. Me respondió: "aquí andamos. ¿y usted?" Nuestros diálogos son graciosos porque ella, más joven que yo, me trata de usted y yo la tuteo. Le dije que para mí, a esta altura del partido, todos los años son iguales porque pasan muy rápidos. Es increíble como pasó este año, agregó ella. En este corto trayecto, vive tres pisos más abajo que el nuestro, nos dio tiempo para un abrazo y un beso, deseándonos un buen año por adelantado, porque a veces pasa un tiempo sin vernos. Alguna vez compartimos la comisión del edificio y hablábamos más seguido.
Traje como referencia este hecho, ya que se viene el 2015 y sin ninguna incógnita para mí; todo va a ser más de lo mismo. El peronismo tiene esa rara habilidad para reciclarse; aparte las distintas fracciones se juntan, se separan y se vuelven a rejuntar, en una especie de concubinato político sin ningún problema. Arman nuevas parejas, a veces sin cambiar las sábanas, la cama y el colchón. ¿Y la oposición? Tiene candidatos para tirar al techo y en eso andan, hasta que los agarre la noche subidos en los techos mirando la luna.
Tenía separados varios escritos, de otros fines de año, que no publiqué en el blog, pero pensé que los iba a aburrir, ya que casi todos dicen más o menos lo mismo. Desde mi adolescencia, mi ánimo político no varió, tuve un poco de esperanzas por los 60 y los 80, no porque fuera radical, sino quizás por mi juventud. Además creía que todo podía ir mejorando con el tiempo, pero me equivoqué. Lo digo con melancolía, como el tango, "la historia vuelve a repetirse"  y ojalá todo pudiera ser distinto; o al menos alguna señal de cambio en la ética para gobernar. Repito una frase de Zygmunt Bauman que estaba anotada en otro breviario: "Tener esperanzas es nuestra obligación".
J. C. Conde Sauné

No hay comentarios:

Publicar un comentario